Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión
376 AUGUSTO TAMAYó VAiRGAS - CESAR PACHE'.Có VELE'.l las leyes primarias, fudamentales, o constitutivas del régimen de un país. Muchas e importantes proposicione descienden de lo dicho. .1. que la combinación de los gobiernos locales con un centro común, es de justicia natural. 2. que pueden reunirse muchas provincias, sin ocasión de mutuos choques. 3. que los centros respectivo , erán otros tantos focos, donde se robustezca la intensidad de los radios, para transmitirse al foco común. 4. que por esta misma razón será tan fuerte el resultado de las relaciones económico-guberna– tivas, que ningún tesón podrá romperlo. 5. que las virtudes cívicas, tendrán un vivo, perenne, y eficaz estímulo para desenvolverse. 6. que desaparecerá hasta la imagen del de poti mo provincial, y que, cada individuo sentirá en sí el bel'leficio de las imposiciones. 7. que, el que habita el extremo del rayo, percibirá de hecho el ej er– cicio de su soberanía, C<?mo el que reside en el centro de este círculo político. 8. que los tres poderes se equilibrarán perfectamente, convirtiéndose siempre en favor de la nación el producto, y movi– miento de las elecciones populares. 9. que la milicia cívica reasu– mirá la marcialidad, destreza, y va]entía, que admiramos en los viejos comentarios de las repúblicas Latina y Griega. 10. que el censo, no será un simple y mal ordenado padrón de vecinos, sino la historia anual de los peruanos en todos sus respectos, y el re– cuento de las existencias y progresos nacionales. 11. que cada de– partamento, o Estado tendrá sus leyes análogas a su respectivo sue– lo, calor o frío, producciones propias etc. ¿No se busca siempre esta relación al legislar los pueblos ... ? ¿Nos olvidaremos ahora de ella? Ultimamente se deduce, que la minería, el comercio, la agri– cultura, las artes, y las ciencias, y todos los ramos de nuestra pros– peridad y grandeza, se elevarán al máximum de su poder dentro de algunos años, ta.nto, que nosotros bajaremos al sepulcro, viendo, como los fortunados hijos de Vermont, Virginia y Pennsylvania, el dulce fruto de nuestros sacrificios y privaciones. El Perú da doscientos por uno; y si, allá en el norte, todavía viven quienes quebraron con sus manos el tridente del Albión, y están percibiendo con sus ojos el éxito de su independencia ¿por qué no nos ha de tocar igual ventura? Por lo común se dice, "de e to gozarán nues– tros nietos": nosotrós no lo hemos de ver: de aquí a ciento o dos– cientos años, se levantará la hermosa perspectiva que nos pintan". Y con tan melancólicas ideas, cáese el fusil de la mano, suspírase por la dominación de Faraón, y vamos pasando. Amigo mío, yo no pienso así: creo, que en mis días será esta parte del gl bo una nación resp table. lantifíquese la constitución americana con la
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