Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión
,JOSE FAUSTINO SANCHEZ CARRION 381 se deben apartar de aquellos sitios peligrosos, en donde la contra– dedad de las pasiones inflaman mas y mas el fuego de la discordia. Yo que fuí testigo de la proclamación de la libertad de mi patria, no bien babia reparado que un voto general la colocó en el auge de su gloria, cuando mil genios díscolos manifiestan sus intere– sadas mira , murmuran de aquellos mismos a q'uienes poco antes habían tributado aclamacion y aplauso; ansían los puestos y los mandos; y viendo la debilidad de la opinjon, base en que debe estri– bar los mas sólidos progresos, temeroso de una fuerte explosion en los tumultuosos ánimos, y deseoso de vivir en una tranquilidad inal– terable, dexo á Lima y vengo para Miraflores. La naturaleza parece que ha derramado con mano pródiga en este sitio sus gracias y favores, y enagenado en la contemplacion de las obras del Criador, pasaba los momentos absorto en un exta– sis celeste: pero apenas gozo unos cortos dias de e ta aparente fe– licidad, cuando escucho noticias que angustian y afligen mi opri– mido corazón. He sabido que el respetable ciudadano Tramarria trata de pedir su pasaporte para transportarse á Guayaquil, porque un individuo del Congreso ha pedido que se le asegure con un par de grillos. ¡Ay amigo! Yo no puedo desentenderme de una cosa tan escandalosa como esta. ¿Es aquesta la recompensa que e le dá á un sujeto que se ha sacrificado por el bien de su patria, y que ha apu- 1·ado los arbitrios para desaparecer de su suelo á todos los tiranos? Puede ser sospechoso un hombre que en casi todo el tiempo de su cansada edad solo ha respirado patrioti mo? Este procedimiento en nada ha sido opuesto al espíritu de liberalismo, antes por el contrario, "l ha sido el instrumento secreto que ha minado el trono de la tira– nía para colocar á la libertad usurpada tantos tiempos por los fe– roces mandatarios de la España. No pensaba prepararse la división libertadora cuando remitia cartas al general San Martin á Valpa– raiso, en las que comunicaba el miserable e tado de la capital, y era uno de los órganos por el que se comunicaban los leales senti– mientos de sus querido compatriotas. Jurada por fin la indepen– dencia, el manejo tiránico de Monteagudo acongojaba su espíritu, y temeroso de que la infeliz y renaciente patria no fuese la víctima destinada al capricho de un bárbaro inflamado de la ambicion y despotismo, busca lo medios de derribarlo de la cumbre de la pros– peridad, en donde lo habia sublimado la loca fortuna, y conseguido su intento, se instala por esta separacion el Soberano Congreso. Estos son los servjcios que ha hecho á sus compatriotas, y me parece ocio o hacer una exacta enumeracion de todos ellos, porque son bien notorios. Yo no tengo mas motivos que me obligu n á ha– blar en su favor ino la razon y la justicia, luego si por ser él un
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