Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión

JOSE FAUSTINO SANCHEZ CARRION 387 adormecerse! Per o ya se ve ¿Que instituciones, que leyes confor– mes con el exercicio de la libertad tubimos que obedecer entonces? ·v .. iviamos como antes aislados, y merced se nos hacia en llamarnos hombres. Mas, al fin rayo la aurora de nuestra existencia civil, sonó la suspirada hora de mandarnos por nosotros mismos, y llegada es la sazon ea que nos malogremos lo que tantas congojas y desas– tres ha ocacionado a otro" pueblos. Tenemos ya representación nacional, y de nosotros pende su conservación, su energía, y el acier– to de sus deliberaciones; porque nosotros somos quienes hemos de guardarlas santamente, para que no se hagan ilusorias. Tal es la vista que tiene fixa sobre la tierra del Perú tanto las demás secciones del continente, como las altas potencias de Eu– ropa, cuyo placer llegaria al colmo, si consiguiesen decir : "los pe~ ruanos solo saben obedecer a extraños señores; pero no a si mis– mos; son pues demasiado barbaras para aspirar al rango de nacion". Por mi parte, me anonado de verguenza solo al conciderar estas palabras, estremeciendome de imaginar al Perú victima otra vez del despotismo. Número I EL TRIBUNO DE LA REPUBLICA PERUANA Del Jueves 28 ae Noviembre de 1822. 263 REFLEXIONES ACERCA DE LA DEFENSA DE LA PATRIA Cuando esta se halla invadida por algun tirano, los ciudada– nos todos estan obligados a socorrerla a costa de los más grandes sacrificios, no obstante que parezca desesperada su salvaci.ón. Este pensamiento inexpugnable a primera vista, por el ejemplo que está dando la América en su gloriosa emancipación, se habrá ventilado en pro y en contra en los ánimos de los buenos y malos c]udadanos, es decir, entre aquellos, que conservando un sincero amor al pais, han mirado con horror las escenas de sangre y de desolación, que tiempo hace, afligen nuestro suelo y hubieran que– rido mas bien que los patriotas continuaran bajo el yugo del mas ingrato y fementido de los reyes, que ver arruinadas las propieda– des, talados los campos, é incendiados los pueblos. Estos hombres son dignos de compasión, porque en el momento en que se hubiera decidido la victoria por los usurpadores, habrían juzgado juiciosa su opinión, autorizada con los sucesos, pero reprobada por la ana

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