Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión

388 AUGUSTO TAMAYO VARGAS - CESAR PACHECO VELEZ razón y la justicia, que deben juzgar de las cosas por las causas, y no por los efectos. También habra la presente indicacion voltejeado por la cabeza de aquellos ciudadanos, que hubieran apetecido que nuestra lid se hubiese decidido en pocos dias, para ir presurosos a arrojarse a lo:s pies del vencedor, y pedirle mercedes, por haber influido en los áni– mos de sus compatriotas, para mantener la quietud pública (ha– blando en su lenguage degradante) é impedido se derramase sangre. Estos son los destables egoistas, especie de ciudadanos mas temibles que los traidores mismos. Pero teflexionemos. Si el hombre hubiera perseverado en el estado natural: su li– bertad y sus bienes mas preciosos habrian estado seguramente ex– puestos al arbitrio de los vecinos que le aventajasen en fuerzas, y por tanto capaces de obligarle a sufrir la mas dura opresión. Pero, reunido en sociedad, y armado de tantos brazos, cuantos son los individuos que la constituyen, se hizo invencible, comprometiendose en recompensa de tamaño bien a hacer una guerra continua al que invadiese injustamente, y tratase de oprimir la asociación en que vive. Esta promesa, autorizada con el juramento mas agrado, tiene su fundamento en el amor que todo hombre debe a su conservación y comodidad, que le serian inasequibles, sino se hubiese retirado del estado silvestre, y sometiendose al suave yugo de las leyes. Sacrificada por esta razon en alguna parte la libertad del hom– bre, ó lo que es lo mismo, refundida en la masa comun de los ciu– dadanos, cada individuo esta intimamente unido al establecimiento social a que pertenece, formando una sola y propia familia.. De que se deduce: 19, que todo ciudadano esta obligado a repeler con su~ talentos y sus fuerzas fisicas los proyectos ambiciosos de los enemi– gos domésticos, y a no omitir medio alguno para destruir los de lo externos; asi como lo. hubiera hecho en el estado natural; cuando se hubiese visto acometido por cualquiera. 29, que debe pelear con la guerra mas obstinada por su libertad. Porque, si en el estado na– tural cada hombre debe mantenerla a costa de los mayores sacri– ficios; pues por mas que quisiese renunciarla, no podria: en el so– cial pelea por esa misma libertad, y por la de sus conciudadanos que le sostienen y defienden. El que, pues, se aparta de estos prin– c'pio inherentes a todo establecimiento civil, y tiene una politi ·a vacilante, queriendo sacrificar Jas ventajas públicas al bien estar de algunos particulares; que por su comodidad y la de sus amigos, no pone toda la resistencia posible a los inva ore de la so · dad, se debe juzgar q·ue ha endido su patria, haciendose indigno del ilustr y noble titulo de ciudadano.

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