Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión

398 AUGUSTO TAMAYO VA1RGAS - CESAR PACHECO VELEZ El problema es resuelto con esparciar la vista sobre el hori– zonte politico que nos separa de la antigua noche: con observar la movilidad de los seres, que actualmente ocupan la seccion: con pene– trar en su índole dócil el motor de las mas grandes empresas: exa– minando en su genio fecundidad de imaginacion, perspicacia y com– prension para lo mas dificil; con advertir en la serena frente de cada peruano gravado el brillante signo de la libertad; y viendo de otro lado, como se vienen juntos a las manos todos los elementos, que en otras tierras se encuentran esparcidos para poner en accion algun ensayo de este género. Es necesario despreocuparse: el Perú se halla en la actualidad, como no se encontraron los pueblos mas célebres al tiempo de cons– tituirse libremente; sin que por esto aseguremos, que está en su mayor ilustracion, y que ya el Dios de sus antiguos pobladores ha tocado su zenit. Hablamos de aptitud civil, conviene a saber, de esa disposicion, mediante la cual, lograra en muy poco tiempo la perfectibilidad a que es llamado con otras regiones bajo el nuevo órden que ha revelado la ciencia social a la humanidad oprimida en 58 siglos. Con tales elementos lo único que conviene es sabiduría en las leyes, energía en su egecucion, y docilidad en el cumplimiento de ellas. Lo primero compete a la representacion nacional; lo se– gundo al gobierno; y lo tercero a los que por su ejemplo e influencia pueden llamarse los proceres de la república. Sería, pues, una necedad intentar republicanizar un pais ó lo que es lo mismo, restituirla al pueblo la administracion de los nego– cios, dictando leyes que no mantengan un justo equilibrio, y que no produzcan respecto de cada individuo de la sociedad el bien que pueda y deba desfrutar en todos sus respectos. Y menos se conse– guira este fin, si sancionadas leyes sabias, no se executasen estric– tamente y con la mayor actividad. Pero, consegµidos ambos principios en toda la plenitud q'ue demandan las felices circunstancias de la República, ya podemos gloriarnos de nuestro engrandecimiento, sin pasar por los amargos contrastes que han agitado a los pueblos en sus transfor:giaciones políticas, antes si, envaneciendonos de que a pesar de haber sido los últimos en el progreso de la independencia, hayamos entrado lo~ primeros en el completo goze de nuestras L ibertades. Número V EL TRIBUNO DE LA REPUBLICA PERUANA Del Jueves 12 de Diciembre d 1822. ~

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx