Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión

JOSE FAUSTINO SANCHEZ CARRION 17 San Carlos. Se hallaba entonces el colegio en el grado más alto de esplendor a que ha llegado a subir desde su creación hasta la fecha. Todos los vientos sublime que hemos visto desplegarse en esta era, estaban encontrados allí; y eran emanados todos por re- orte de la emulación. Por manera que podemo decir que, en los felices días de Carrión, era el colegio un foco en que iban agolpán– do e todos lo rayos lumino os que salieron, después a iluminar el horizonte del Perú. No era fácil distinguirse en época tan grande. Carrión se di tinguió. Su talento extraordinario cultivado por la mano de una aplicación infatigable, brilló en medio de la luz, como suele brillar un gran relámpago en la mitad del día. La filosofía moderna, las ciencias matemáticas y las leyes civiles y eclesiásticas hicieron su ocupación en cinco años; y las lucidas actuaciones que tuvo repetidas veces, en la universidad de San Marcos, dieron tes– timonio público de sus progresos en e tas facultades. Fué condeco– rado en el colegio con todas las distinciones que se daban allí a los alumnos beneméritos. En el año de 13, se le confió la enseñanza de un crecido número de jóvenes; y la república literaria le será siempre deudora de los trabajos que pasó para formar algunos de los ilustres miembros que hacen, hoy día, su honor y su ornamento. Mientras Carrión estudiaba y formaba literatos, el grito de Libertad, que había resonado ya desde el Orinoco hasta el Plata, hizo repetir sus ecos a las montañas de los Andes; y comenzó Lima a trabajar en minar, secretamente, la dominación española. Carrión fué uno de los primeros que lo oyeron. Las semillas liberales, que había tanto tiempo abrigado en u eno, comenzaron a brotar; y los grandes esfuerzos que hizo para dar opinión y prosélitos al sistema nuevo que se trataba de plantar, le pusieron, diversas ocasiones en circunstancias delicada ·. El virrey Abascal le amenazó varias veces; y Pezuela llegó al extremo de botarle del olegio. E to sucedió, por fortuna, cuando ya el colegio necesitaba más de él, que él del colegio. Los jóbenes que siguen la carrera de la letra , por sobresalien– tes que sean sus facultades intelectuales, salen, por lo regular, de los colegios sin más que los principio fundamentale para formarse después. Carrión salió !ormado. No tenía veinticinco año , y ya era un literato. La magnitud del talento suplió en él a la falta de los años. Vivar, cuyo nombre célebre se ha siempre pronunciado e::on respeto por los que conocen el mérito de los grandes hombres, fué el maestro digno que Carrión se elijió para la ciencia práctica del foro a que había re uelto con agrar e. Su aprendizaje fué tan bello como rápido. Y, hubo apena comenzado a abogar cuando se le vió adelantarse, muchos pa o , a los q'ue habían trabajado largo

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