Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión

590 AUGUSTO TAMAYO VA1RGAS - CESAR PACHECO VELEZ sores, y fuera de unos pocos ciudadanos de "libertad incorrupta", que supieron preferir el pundonor nacional al total abandono de sus hogares, y de los más caros objetos de su corazón, y una ci~ga con– fianza a las sugestiones contra el héroe que nos ha salvado; casj de todos de cuantos se mantenían en territorio ocupado por las tropas reales, miraba como imposible volver a respirar bajo el es– tandarte patrio. Orgullosos 1 s a entes de la dominación regia con semejante trastorno, se congratulaban otra vez al verse siervos de extraños señores, y éstos, despreciando, como era justo, a hombres sin firmeza y sin carácter, blandían torcidamente la espada de la crueldad y de la venganza. Entre tanto, los pueblos libres, echán– dose sobre sí el enorme peso de franquear recursos a las legiones libertadora , se preparaban a 1umeroC'o sacrificios; y retirando el sustento de la boca de mil familjas menesterosas, lo entregan gene– rosamente a porfía al soldado : le fortalecen y le animan, para qu8 desde el lugar donde reposan las cenizas de Atahualpa, marche sin demora y trasmonte las nevadas sierras a elevar el pendón de la mdependencia sobre las márgenes del Titicaca. Sobre tales elementos de disolución, y a merced de estos . es– fuerzos, se calculó una empresa, que debiendo llevar consigo todo el régimen administrativo, en virtud del nuevo poder que se había creado; convendrá muy bien que yo indique los hechos con el mé– todo que demanda la separación misma de los departamentos, a que pertenecen, fijando la consideración en los puntos principales; que de ellos será fácil deducir todo el curso de la administración. Departamento de Gobienw La ciudad de Trujillo, declarada capital de la República, por decreto dictatorial de 26 de marzo, ha sido el punto céntrico del territorio independiente, y por decirlo así, la residencia virtual del Gobierno Suprem·o, conservándose de este modo la unidad del Es– tado, la comunicación entre las provincias y el ejército; y atendi 'n– dose juntamente al orden de aquellos con la regularidad que no era propia de las circunstancias. El dictador pudo con ju ' ticia, en uso de sus ilimitadas facultade , y por 1 horrib e aspecLo que presen– taban las cosas, montar el Gobierno sobre un sistema purament militar, impartiendo las órdenes por el órgano de su secretaría. Pero, celoso siempre, en cualquier acto, de la soberanía de un Estado, que alguno de sus mismos hijos podían prostituirlo, esta– bleció por el decreto que se cita, el Ministerio n ral como un

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