Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión

600 AUGUSTO TAMAYO VARGAS - CESAR PACHECO VELEZ dito nacional y otras ocurrencias que no es del caso explicar, habían reducido a entera nulidad la hacienda pública; de manera si por una parte podía con el ejército para reparar las defecciones ante– riores y buscar al enemigo, por otra, se encontraba un inmenso vacío de subsistencia a los cuerpos. El 10 de mayo no había en las cajas nacionales un solo peso, y el 10 de abril se pagaron las tropas, y reformó una caja militar, que hasta el día no ha faltado para lo preciso. La reducción de empleados al número indispensablemente ne– cesario, rebajando su renta a la mitad; la disminución del sueldo militar a la cuarta parte, quedando fuera de ella todo los que no . servían en campaña; la prudente economía de encargar a los pue– blos la subsistencia del ej ército, repartiendo en razón de la abun– dancia de aquellos las necesidades de éste: la equitativa imposición de las contribuciones, sobre que se han dictado multiplicadas y fuer– tes providencias, el aumento de derechos a cada clase de introduc– ciones que empezó a tener efecto desde setiembre anterior, según el decreto de 12 de junio dado en Huaraz; la extracción de la plata labrada en los templos, que se ha hecho con beneplácito de los pa– rrocos, y de los mismos pueblos, quienes han rescatado las alhajas que les han parecido más respetables y más estimables ; el usufructo de los bienes de cuan~os se habían quedado en territorio enemigo, y sobre todo, la pureza del manejo de esos intereses, crearon ha– cienda, que, reducida a la administración de muy pocos funcionarios, ha cubierto las necesidades más urgentes. Sin embargo, el Congreso debe quedar enterado de que la República adeuda grandes sumas al tesoro de Colombia, como lo verá a su vez con la cuenta y razón que presente. De otra manera, ¿cómo habríamos contado con una fuerza capaz de obrar tan luego como llegaba? Era necesario que viniera equipada y armada, que se fletaran buques, y que se em– plearan por parte de Colombia, todo el auxilio capace de sacarnos prontamente del peligro. Once mil colombianos se han trasladado al Perú, y una masa semejante ocasiona grandes gastos. Colombia, señor, nos ha auxi– liado con una generosidad sin límites; u hacienda ha ido la nues– tra; y sus pueblos nuestros contribuyentes, además de darnos su, soldados. Y a fin de evitar depreciación en el manejo de la hacienda, y de promover su servicio con actividad y provecho, se han expedido decretos fuertes; porque era muy natural que en medio de los con– trastes de una revo1 ución espanto a, y de los vicios del sistema español, se hubies desmoralizado el país escandalosamente. Así se

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