Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión

6 AUGUSTO TAMAYO VARGAS - CESAR PACHECO VELEZ los derechos del ciudadano en la institución, para cuyas altas fun– ciones sois llamados, como hombre apaces de revelar los oráculos de la ley. Bien e verdad, que sin ella, ningún pueblo de la tierra pued~ lisonjear e de su independencia; porque el primer fruto de ésta debe ser la libertad ¡ on inestimable, don divino que ha hecho pau sar a los hombres por muy caro sacrificios, hasta el de comprome– terlos a renunciar en o a iones su exi tencia ! Mas también e cierto, que reducida la República a la exclusiva necesidad de salvarse por medio de la fuerza armada, apenas podemos hablar otro len– guaje que el de los combates. Sin embargo, veis abrirse el libro sa– crosanto de la leyes en beneficio de este fiel y vasto Departamento, dándosB así garantía a la seguridad individual, y defensa a las pro·– piedades; en una palabra, veis sostener el orden civil en medio de la omnipotencia militar ¡Qué diferencia entre los goces de un pue– blo libre, y los del resto de la República, que oprimido bajo las for– mas de un Rey absoluto, no tiene otra alternativa, que o tributar una obediencia ciega a los sucesores de Pizarro, o llorar en silencio las malogradas horas en que, con un sacudimiento vital, pudo librar– ~e para siempre de la tiranía ! Pero, los pueblo son ciegos, e in– constantes, y es necesario que la vicisitud de los bienes y los mal es les muestre el camino, hasb que a co ta de lecciones terribles, e coloquen por sí en el punto de su verdadera dignidad. Muy señalado es, pues, el favor que el cielo ha concedido a es– tas provincias; di spensándolas la gloria de er el sagrario de la Libertad peruana, y de que, no habi ndo prostituido el juramento santo, con que se pronunciaron libr s, sean tambi ' n las primeras en di frutar los bienes que afianza la CA 'l'A CONSTITU IONAL entre lo cuales e el primero, si n duela, el buen régimen de la ad– ministración judiciaria. Así que, d hoy en adelante terminarán aqui todos los trámites, con que las fórmulas legales han a egurado la rec– titud y la firmeza de los jui ios: se evitarán dilatados recur o , co tosos gastos, y lo que es más, cesará el influjo de los poderoso~ sobre la au a de los <lébile ; y al darse en esta ala 1 último pro– nunciamiento, desaparecerán 1 s misterios en que, por la distancia, eran envueltas la acciones más justas y encillas: la experta ju– ventud trujillana p n trar{t el intrincado laberinto de la legislacion, y al trueno de su locuencia varonil s •rún refrenadas inmediata– mente la arbitrari clacl s <le ju e s qu , por la falta ele una r - pon 'abilidad pronta y f ti va, ha· n g mi1· ·1 la humanidad, y on– fT tularse al rimen.

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