Los ideólogos: José María de Pando

CARLOS ORTIZ DE ZEVALLOS PAZ SOLDAN 7 que conozcan la situacion de su país, los hombres ilustrados de todas clases, podrán dejar de penetrar las miras de aquella fluc– tuante administracion, y sus maximas divergentes del plan políti– co que tan evidentemente conviene á la América, si algun peso ha de tener algun dia en la balanza del poder y de la civilizacion? ¿No verán con claridad que todo pueden tenerlo, nada esperar de Bue– nos Ayres? ¿Será posible que prevalezcan los amaños de los agen– tes de un Estado que en tantos años no ha dado muestras-sino de versatilidad, de suspicacia, y de presuncion, sobre las fundadas es– peranzas de ver realizada una organizacion social firme y benéfi– ca-invocada por la naturaleza y por las consideraciones mas sagra– das? El Gobierno puede tanto menos persuadirselo cuanto reposa sobre los sagaces esfuerzos de V.S. para desvanecer las maquina– ciones de la rivalidad y las sugestiones de la malevolencia. Otro embarazo puede presentar la diversidad de las circuns– tancias en que se encuentran las dos Secciones del Pero con res– pecto á deuda pública, pues probablemente se alegará que no era justo que Bolivia tomase sobre sí las responsabilidades de los em– peños contraidos por nosotros en varias épocas. Pero si se re– flexiona que Bolivia se halla obligada por rigurosa justicia á reem– bolsarnos una parte de los inmensos gastos erogados para pro– porcionarle los bienes de que al fin disfruta; que nosotros pondria– mos en la masa comun un capital muy considerable de propieda– des del Estado, que bien administradas, pueden producir ingre– sos cuantiosos; y que no estaríamos lejos de ceder los puertos y territorios de Arica é !quique para que fuesen reunidos al depar– tamento de La Paz, dando el movimiento y la vida á aquellas obs– truidas provincias: deberá confesarse que ninguna lesion sopor– taría Bolivia del contrato que uniese sus destinos á los del Perú, y que, por el contrario, encontraría en su ejecucion ventajas de in– mensa magnitud. Mas de diez millones que valen sin duda nuestros bienes nacionales, unidos á otros diez en que pueden apreciarse intimamente los mencionados territorios, y á cinco ó seis millo– nes que tenemos que reclamar de Bolivia por la parte de expendios causados por la guerra de la independencia, componen una canti– dad superior á nuestra deuda pública. ¿Cuál sería la suerte de Bolivia si continuase en su actual es– tado de separación? Segregada de comunicaciones faciles y direc– tas con las potencias europeas y aun con muchas de las america– nas, se vería como repudiada de la civilizacion, su comercio sería precario, costoso, y dependiente de la voluntad de sus vecinos, pues nadie ignora que el puerto de Camar es una empresa quimér1ca

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