Los ideólogos: José María de Pando

8 JOSE MARIA DE PANDO que jamás proporcionará ventaja alguna; las exportaciones se ha– rían con grandes dificultades en tiempo de paz, y cesarían del to– do en el de guerra, las importaciones podrían ser gravadas de un modo que las hiciese irrealizables; el pais sería un teatro perpe– tuo de agitaciones causadas por los pueblos inquietos de la raya, y de altercados con el Gobierno ~el Rio de la Plata; y lo que es peor que todo, se hallaría siempre en inminente peligro de ser acometido é insultado impúnemente por un vecino tan fuerte y ambicioso como es el Imperio del Brasil. Estos son males demasia– do reales que deben fijar la seria consideracion de los Bolivianos, afin de que adopten la única medida que es capaz de obviar.los, posponiendo los parciales inconvenientes que la embarazen. Hé aqui abierto un vasto campo al celo patriótico, y á sus persuasivas insinuaciones. Jamás se ha presentado en política una negociacion como la actual tan justa, noble, y útil par a las partes contrayentes; tan tr~.nscendental en sus consecuencias proximas y remotas, y tan felizmente desnuda de los fraudes y de las tortuosidades de la su– puesta Diplomacia. Entretanto se logran los efectos apetecidos, no podemos em– pero desentendernos de reclamar de Bolivia, como arriba se ha indicado, una parte de los inmensos gastos hechos por el Perú para llevar~ term.ino la gigantesca empresa de la independencia de am– bas secciones. Esta justisima condicion sabe V.S. que puso nues– tro Congreso Constituyente en su resolucion de 23 de Febrero del año próximo pasado; y ha sido la obligacion reconocida como sagrada en las comunicaciones oficiales del Sr. Mendizabal Envia– do de Bolivia en esta Capital. Asi es que, con arreglo al artículo 4c.> del Decreto de 18 de Mayo último, deberá V.S. proceder á tratar con aquel. Gobierno sobre negocio tan importante para nosotros. Es verdad que no parece posible liquidar con exactitud las cantidades expendidas directa é inmediatamente para emancipar al Alto Perú; y que entre potencias influidas por las maximas ma– quiavélicas, que por desgracia dominan en muchos Gabinetes, es– ta dificultad sería un semillero de altercados y evasiones diplo– máticas. Pero entre Gobiernos que se jactan de equidad, y que se profesan recíproco afecto, el asunto es susceptible de una pronta y amigable transaccion. La guerra contra los Españoles ha sobre– cargado al Perú con una deuda de mas de veinte millones de pesos, para con Européos y americanos; prescindiendo totalmente de los incalculables daños hechos á la agricultura, á la industria, á las poblaciones, á todos los manantiales de la riqueza pública. To– dos los días recibe el Gobierno reclamaciones de creditos proce-

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