Los ideólogos: José María de Pando

18 JOSE MARIA DE PANDO sobreponerse á las contingencias, y precaver desavenencias y alter– cados muy serios, parece que se debe sistemar el Tratado de union de una manera tan completa, y aun minuciosa, que despues no ha– ya lugar á dudas embarazosas, á perjudiciales disidencias, ni al do– loroso escandalo de retrogradar en una empresa que promete afianzar la estabilidad y la dicha de una porcion tan considerable de este continente hasta aqui dentro de oscilaciones y desventuras. 2. Como preciso corolario de estos principios es de nece– dad reconocer: q11e si el Gobierno federal ha de ser otra cosa que un vano simulacro de Poder, expuesto á los caprichos ó á los in– sultos de las repúblicas federadas; si ha de haber unidad moral, real fuerza, independencia, y respetabilidad; si se trata verdade– ramente de crear una Federación digna de este título y del destino que le sirva la naturaleza; si se quiere precaver el horrible azote de la guerra intestina; son indispensables dos cosas. la. Asignar al Congreso y al Gobierno federal un territorio propio, un círculo independiente bajo todos aspectos de la autoridad de los Estados de la Unión, y una capital de la Federación. En horabuena se de– je al Libertador la facultad de designar cual haya de ser esta Ca– pital y este territorio; pero fijese desde luego el principio como base esencial del Edificio que se trata de levantar. 2a. No dejar subsistir los Ejercitas particulares de Perú y de Bolivia; sino for– mar (á invitación de los Estados Unidos del Norte, y de los Meji– canos) un Ejercito y una Armada Federales; confundiendo los co– lores de las banderas de una y otra republica, para componer un Pavellon y una escarapela Boliviana. La fuerza armada es común: su instituto proteger el orden, la tranquilidad y las leyes, en todo el territorio de la Federación, y ponerle á cubierto de extrañas asechanzas; ¿y como lograr estos objetos sino sometiendola ex– clusivamente á la autoridad del Congreso y del Presidente de la unión federal?? De otro modo esta misma Federación sería cuan– do mucho, una líga, una alianza ofensiva y defensiva, un fantasma engañoso; lo cual no está seguramente en la intencion de las Par– tes contratantes. 3. El nombramiento del Libertador para Jefe Supremo vi– talicio de la Federación (artículo 2?) está dictado de consuno por la gratitud, la admiración, la conveniencia, y la necesidad. ¿Pero como prescindir de ventilar una gran cuestión que se presenta! Si el Libertador, por desgracia nuestra, no pudiese ó no quisiese de– sempeñar este cargo, ¿subsistirá la Federación? En tal caso, ¿a quien volveremos los ojos para reemplazar su inmensa falta? Y

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx