Los ideólogos: José María de Pando

CARLOS ORTIZ DE ZEVALWS PAZ SOLDAN 47 El nombramiento del Señor Blanco para Presidente de dicho Estado, ofrece esperanza de que cese un estado de cosas tan fu– nesto; y con efecto se ha notado una gran diferencia en el tono de los periodicos de Chile. El Gobierno quiere pues justamente aprovechar esta favora– ble coyuntura para desvanecer las erroneas ideas concebidas acer– ca de sus intenciones, y desmentir los absurdos. rumores esparci– dos relativamente a la parte que se le supone haber tomado en los recientes acaecimientos de Chiloé. Una persona como V.S., dotada de talento, sagacidad, y celo, ha sido con fundamento elegida para desempeñar una mision a la par honorifica y beneficiosa. Puede V.S. protestar al Gobierno cerca del cual está acredita– do, con la energia propia de la verdad, y que tan lejos de haberse mezclado en las maquinaciones que hayan podido producir los sucesos de Chiloé, el Gobierno Peruano lo ha ignorado absoluta– mente hasta que fué publicado en los periodicos; y que los prin– cipios que profesa le hacen mirar con horror cualquier interven– ción de tal naturaleza en los negocios domesticas de una potencia extrangera. Esta protesta debe ser creída: pues ninguna conside– racion existe que pudiera inducir a hacerla, si el Gobierno hubiese tenido la mas leve influencia en desastres que considera como transcendentales a todas las Sociedades. El Perú solo ambiciona consolidar sus instituciones a favor del reposo y del orden público. Conocedor de sus derechos, desea vivamente que sean respetados; y sabe que para lograrlo necesi– ta respetar los agenos. Sus recursos son suficientes para existir con decoro, si obtiene la paz y la recta organización política: ¿y como obtendría estos preciosos bienes si tratase de alterar el or– den de cosas de un vecino, dando el fatal egemplo de la intriga y de la desobediencia?. Ningun punto de contacto tiene el Perú con Chile que pueda introducir rivalidad entre uno y otro; ningun interes privado que pueda preponderar sobre las maximas de justicia y de equidad. Su conveniencia propia le dicta que deben vivir enlazados por los vínculos de amistad, cultivando los dulces frutos de la paz y del Comercio. La prosperidad de Chile no puede jamas dañar al Perú. ¿Seria este tan insensato o tan iniquo que le desease desgracias por un puro efecto de corrupción gratuita? Absurda seria esta supo- sicion.

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