Los ideólogos: Juan Pablo Viscardo y Guzmán

TRAS LAS HUELLAS DE VISCARDO CI car en el alegato viscardiano su visión del proceso histórico hispanoameri– cano y de las doctrinas jurídicas indianas que se habían forjado en tres siglos y que ahora po.dían utilizarse para legitimar la independencia. Las Casas había enfatizado los desmanes de los -conquistadores ante la coTona y la conciencia política de la metrópoli . Viscardo, en cambio -de allí la originalidad de su lascasismo- se propone enfrentar a los crio– llos, los descendientes de los conquistadores, con la corona, para destruir un vínculo colonial cuyo mantenimiento considera absurdo por toda suerte de razones y que aquella ha violado. En este camino Viscardo enuncia una tesis jurídica que estaba en la mentalidad política de los grupos criollos intel·ectuales, cuya formulación puede fácilmente rastrearse a lo largo de textos legales que la reiteraban desde el siglo XVI hasta el XVIII y que al tiempo que escribe Viscardo es– taba vigente en las reivindicaciones y en el espíritu reformista y autonomis– ta de los hispanoamericanos. Era la tesis del "Pacto de los conquistado– res con la Corona". Este pacto entre los conquistadores y la corona de Castilla se había ido ampliando y se habían ido reconociendo derechos y privilegios a aq1:1ellos a tal punto que podía hablarse de una acordada cons– titución, política, de un preciso estatuto jurídico que regulaba las Telaciones entre ambas partes. En el siguiente texto, que incluye la significativa cita del cronista Herrera, expone Viscardo esta teoTÍa: "Quando nuestros antepasados se retiraron á una distanci a in– mensa de su pays natal, renunciando no solamente al alimento, sino también a la protección civil que allí les pertenecía, y que no podia alcanzarles á tan grandes distancias, se expusieron, á costa propia, á procurarse una existencia nueva, con las fat igas mas enoTmes y con los mas grandes peligros ( Herrera dice que todas las conquistas se hicie– ron á expenssas delos conquist adores, y sin que el gobierno hiciese el menor gasto). E l mas grande suceso qu e corono los esfuerzos de los conquistadores de América, les daba al parecer un derecho, que aun– que no era el mas justo, era él al men_os mejor, que el que tenían los an– tiguos Godos de España, para ap ropi arse el fr uto de su v alor, y de sus trabajos. Pero la inclinación natural, á su pays nat ivo, les conduxo á hacerle el mas o-eneroso homenagc de sus inmensas adquisiciones; no pudiendo du dar° que un servicio gratuito, tan importante, dexase de merecerles un reconocimient o proporcionado, segun la costumbre, de aqud siglo, de recompens ar á los q e h avi a~. con tribui do á extend~r los domi nios de la nacion. Aun que esas leg1t1mas esperanzas han si– do frustrada s, sus descendientes y delos otros Españoles que sucesiva– mente han pasado á la America, aunque no conozcamos otra patria que esta, en la que est:i. fu ndada nuestra subsistencia, y la de nuestra posteridad , hemos sinembargo respetado conservado y amado cordi al– mente el apego de nuestros padres á su primera patria. A ella hemos sacrificado riquezas infi nit as de t oda especie, prodigando nuestro su.:. dor y derramando por ella con gust o nuestra sangre. Guiado de un

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