Los ideólogos: Juan Pablo Viscardo y Guzmán

CVIII ÉSAR PACHECO VÉLEZ ncano a la rebelión y a la independencia en la violación por la metrópoli española de los derechos naturales fundamentale : El mismo gobierno de E paña o ha indicado ya ta re olu- ción -dice el arequipeño dirigiéndo e a su paisano lo españole _ amencano - considerandoo siempre como un pueb lo di tinto de lo Españoles uropeos y esta distinción os impone la mas ignominio a e - clav1tud. onsintamo por nue tra parte a er un pueblo diferente: renunciemos al ridículo sistema de 'llnión y de igualdad con nuestros amos y tirano ; renunciemo a un gobierno cuia le ·ania tan enorme no puede procurarnos, aun en parte la entaja que todo hombre d - be esperar de la ociedad de que es miembrn· a e te gobierno que lexos de cumplir con su indispen able obligación de proteger la libertad cgundad de nuestra persona y propiedade , hapue to el mas grand empeño en destruirlas, ) que en lugar de esforzarse á hacemos dicho- os, acumula sobre nosotros toda e pecic de calamidade . Porque lo derechos y obligacione del gobierno y de lo ubdito son reciproca la España ha quebrantado la primera todos sus debere paTa con no– sotros: ella ha roto lo debile lazo que habrian podido unirno y e - trecharno " u c;o Hay en la línea siguientes otro claro testimonio de esta uperpo- ición: En fin, ha o qualquier a pecto que ea mirada nuestra depen– d nc1 de la "..spaña e verá que todos nu estros deb eres nos obligan i terminarla. Debemo hacerlo p r gratitud a nuestros mayores para ciuc el teatro de su gloria y de us trabajo se convirti se en el d nue tra mi erable esclavitud. D bemoslo á no otro mi mos por la obligación indispensable de con ervar los der cho natural e , recivido <le nue ero criador derecho precio os que no somos dueños de e~a­ jenar y que no pueden serno quitados sin injusticia ba o qualqu1er pre exto que sea; un hombre puede renunciar a u razón o pu de esta erle arrancada por fuerza? La libertad personal no le perten ece me– nos esencialmente aue la razón. J lib re uso de esto mismos dere– cho, , e la herencia 1 inestimable gue debemos d xar á nue tra posteri– dad . erja una bla femia 1 imaginar que el supremo bien hechor de– lo h mbres haya permi id el descubrimiento de nuevo-mundo para que un corto número de pícaros imbéciles fu esen siempTe du eños de de– sorlarle, y de tener el placer atroz de despojaT a millones de hombr~ que no le han dado el menor motivo de queja delos derechos esenc1a– le reciv1do de u mano divina· el imaginar que su sabiduría eter_na qui iera privar, al resto del genero humano delas inmensas ventap que n el o den na ural debía procuraTles un evento tan grande y c?n– denarle a desear que el nuevo-mundo huviese quedado desconoc1.do para siempre. Esta blasfemia esta sin embargo puesta en prac~1 ~a por el derecho que España se arroga sobre la mérica· y la malicia i a p 34, líneas 6 hasta el final.

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