Los ideólogos: Juan Pablo Viscardo y Guzmán

TRAs LAS HuELLAS DE V1scARDo CXI doctrina de la constitución pactada entre los conquistadores y la corona de Castilla que se prolonga y perfecciona a lo largo de tres siglos y cuya vio– lación legitima el movimiento emancipador; elementos dieciochescos aña– didos a la leyenda negra; doctrinas escolásticas populistas sobre el poder ci– vil; filosofía de la Ilustración. Así, las citas de Las Casas, Herrera, el Inca Garcilaso, Ulloa y Montesquieu, y las huellas de Santo Tomás y Suárezj Raynal, Robertson, Filangieri, Locke, Rousseau, y J efferson hacen un abi– garrado conjunto, con el carncterístico eclecticismo de quien quiere conci– liar la tradición cristiana y la filosofía de las luces; la eficaz dia•léctica de un auténtico revolucionario de su tiempo y la heterogeneidad típica de las ideo– logías del XVIII con la ortodoxia católica. La formación de la figura histórica de Viscardo: u,n siglo de bibliografía viseardiana Antes de que la batalla de Ayacucho sellara la independencia de la América española los versos de don Andrés Bello en la primera parte de su Alocución a la poesía expresaban discretamente el prestigio y la fama de que gozaba Viscardo entre los hispanoamericanos que habían asumido esa causa: Ni sepultada quedará en olvido La Paz que tantos hijos llora, Ni Santa Cruz ni menos Chuquisaca, Ni Cochabamba, que de patrio zelo Ejemplos memorables atesora, Ni Potosí de minas tan rico Como de nobles pechos, ni de Arequipa Que de Viscardo con razón se alaba, Ni a la que el Rímac las murallas lava, Que de los Reyes fue,. ya de sí propia, Ni la ciudad que dio a los Incas cuna Leyes al sur, y que si aun gime esclava Virtud no le faltó sino fortuna ... Entre tantas ciudades heroicas que habían luchado por diez largos años sólo el nombre de Viscardo era rescatado por Bello. La gloria, sin embargo, la fama póstuma, le fue esquiva y tardía. En el Perú, donde el nacionalismo romántico, como en el Testo de América, exaltó las glorias del terruñot el valor trágico de su vida y la difusión. e influencia de sus breves páginas no fueron debidamente calibrados en los primeros lustros de vida independiente. La Carta se había publicado en Lima en marzo de 1822, acaso para ayudar al grupo republicano de Sánchez Carrión, MaTiátegui y

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