Los ideólogos: Juan Pablo Viscardo y Guzmán
JUAN PABLO V ISCARDO y GuzMÁN 39 nac10n aquellas semillas de desorden aventadas de ella por el extrañamien– to de los jesuítas, renovaría acaso el inminente riesgo en que se llegó a ver la tranquilidad del Estado. No es éste un terror pánico. Los regulares secularizados no han dexado de ser lo que eran cuando jesuítas. El espíritu de la Compañía ha sobrevivido a la extinción del cuerpo, según lo testifican el sermón predica– do en Berlín en las homas de Lorenzo Rizzi, las Memorias del Marqués de Pombal, y sobre todo la Segunda memoria. católica, tan justa y tan se– veramente condenada por el sumo pontífice. Los individuos en calidad de tales, si ha de darse crédito a los informes de don J osef de AzaTa baxo cuya inspección se hallan son inquietos y cavilosos; nada les cuesta la de– tracción ni la calumnia; persiguen oculta y venenosameme aun al mismo que es su bienhechor por humanidad, como no quiera la resurrección del cuer– po jesuístico; viven unidos, para proteger o cometer delitos, con un enxam– bre de apóstatas de otras órdenes regulares; y, en una palabra, "son la ver– dadera infamia y deshonor del nombre español en Roma". Aun quando fuera permitido apartar la vista de tantos horrores ¿qué ganaría la España en restituir a su seno unos hombTes que, tanto por su • primera educación, como por la corte [dad] de sus recursos en el destierro, han quedado muy inferiores a lo que aquí havrían sido, permanenciendo je– suitas? En los días mas prósperos y espléndidos de la Ccmpañía, cuando con las apariencias del bien arrastraba ella baxo sus banderas una innume– rable caterva de estúpidos o ilusos, quando se encontraba por todas partes rodeada de admiradores, secuaces y protectores; entonces mismo todos los verdaderos sabios la hacían la reconvención de que, siendo así que en to– dos tiempos y lugares las luces filosóficas y el cultivo de las ciencias exac– tas habían servido a disipar la espesa niebla de la ignorancia y la supersti– ción, los jesuítas habían empleado las mismas ciencias y las mismas luces para promover la superstición y cubrir la ignorancia con un escudo impe– netrable. Aora bien, si sería tan ilegal, tan pernicioso, tan impolítico y tan inútil traer los ex jesuítas a este Teyno, es fácil juzgar quánto más opues– to a los dictámenes de la razón sería trasladarlos a Indias: a unos países menos ilustrados, a unos países donde, por su larga distancia de la fuente de gobierno, es poco vigorosa la observancia de las leyes· a unos países en que, por su vasta extensión, no es en modo alguno difícil substraerse de la vista de los magistrados, y, en fin, a unos países que antiguamente fue– rnn el principal teatro del poder y de las intrigas de los jesuítas, y de los quales, en despecho de las más prudentes precauciones, no fué posible arrancarlos enteramente sin tumultos. La Dirección ha expuesto estas consideraciones en cumplimiento de las varias resoluciones de V.E., para informar sobre instancias particulaTes
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