Los ideólogos: Juan Pablo Viscardo y Guzmán

TRAS LAS HUELLAS DE VISCARDO LIII de papeles se encuentra en el Archivo Nacional de Santiago de Chile, sección .Tesuitas, Perú 11_2. Un expediente igual, aunque menos voluminoso, se en– cuentra en el Archivo General de la Nación de Lilma (antiguo Archivo Na– cional) Sección Temporalidades. De ambos se sirvió el P. Vargas Ugarte paTa sus trabajos sobre Viscardo en 1925; 1934 y 1954)¡ pero sólo lo repro– <lujo textualmente y con muy buen criterio el P. Batllori en su libro de 1953 13 . En la transcripción que hacemos no hemos respetado el estricto orden cronológico de Batllori, sino que hemos intentado un orden temático, separando los documentos que se refieren a su vincuración canónica con la Compañía de Jesús de los que tratan principalmente de sus instancias re– clamando sus bienes, aunque desde luego el deslinde en muchos casos re– sulte discutible. En el rubro de este epígrafe hemos añadido a los del P. Batllori al'gunos de los documentos publicados por el P. Vargas Ugarte en su libro Jesuitas peruanos destenados a Italia, como por ejemplo la carta del Provincial de la Compañía en el Perú el año 1767 a su sobrino don Pablo Matute y Melgarejo (Puerto de Santa María, 22 de junio de 1768), porque constituye un testimonio de especial valor sobre el viaje del PeTú a España y los primeros tiempos en la península, antes del traslado a Italia, que vivieron los desterrados peruanos y entre ellos los hermanos Viscardo. En la Addenda publicamos un documento inédito, del Archivo General 1 de la Nación, de Lima, sobre el vestuario que recibieron los hermanos Viscardo, como todos los jesuitas desterrados, al momento de embarcarse para la pe– nínsula en el navío Santa Bárbara 14 • Frente al tema de la vinculación de Viscardo con la Compañía de Jesús, hay una clara discrepancia en las interpretaciones de los dos princi– pales biógrafos del pTÓcer, ambos jesuitas. El P. Rubén Vargas Ugarto encuentra muy explicable y comprensible la actitud de los hermaMs Vis– cardo, tanto por la corta edad a la que ingresan a la Compañía, cuanto por las posteriores y definitivas circunstancias del destierro, abolición de la or– den y prohibición del retorno a su patria. El P. BatlloTi, en cambio, no encuentra del todo clara la conducta de los hermanos. Viscardo y considera· interesados y no plenamente sinceros los argumentos que ellos alegan para solicitar su desvinculación de la Compañía. No añadimos ahora nuevos' documentos que permitan dilucidar definitivamente este tema ni es proba• ble que existan, pero la confrontación de la actitud y la conducta de los ViscaTdo con la de muchísimos otros jóvenes y menos jóvenes jesuitas am~ ricanos y españoles que siguen la misma sueTte y corren similares destinos ' ha de servir para comprender su conducta en tan dramática y prolongada coyuntura. Pero así como José Anselmo se desposa y tiene una hija, Juan Pablo . en cambio, mantiene para sí el clima clerical de su vida, permanece céli~- is Batllori, docs. n9 7 a 21, 28, 32, 37 a 39 41 a 50, §2 a 67. 14 V. infra, doc. n9 144. '

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx