Los ideólogos: Juan Pablo Viscardo y Guzmán

LIV CÉSAR PACHECO V ÉLEZ be, seguramente sigue usando indumentaTia eclesiástica, vive en vincula– ción estrecha con otros ex-jesuitas, dedica a la Compañía de Jesús juicios elogiosos, párrafos muy importantes de sus Cartas (las de 1781 y la de 1791) e incluso se pronuncia sobre temas religiosos y eclesiales dentro de la mayor ortodoxia. Así, la carta de Viscardo escrita en Florencia el 19 de mayo de 1787 al ex-jesuita chileno Juan Manuel Zepeda, residente en Bolo– nia, tiene especial importancia. Allí nuestro compatriota ofrece a su ami– go una crónica pormenorizada y no exenta de juicios sobre uno de los prin– cipales acontecimientos del jansenismo en los últimos decenios del s. XVIII: la Asamblea Episcopal de Florencia que se reune del 23 de abril ali 5 de junio de 1787, promovid2 por el obispo jansenista Scipione de' Ricci, que ya antes había convocado al Sínodo de Pistoya, auspiciada por su protec– t0r el gran duque Leopoldo de Austria, imbuído también de las ideas césaro– papistas de su hermano el emperador José II. La carta de Viscardo a Zé– peda constituye prueba inequívoca de que se mantenía en las ideas antijan– senistas que habían caracterizado a la Compañía de Jesús, a pesar de que habían transcurrido ya varios años de ·la¡ disolución 'de la orden y de su des– vinculación de ella, y, sobre todo, a pesar de que en otros puntos de doctri– na, los de filosofía política por ejemplo, Viscardo avanzaría en el clima ecléc– tico de la ilustración hasta ser considerado como uno de los escritores po– líticos mas influídos por Rousseau dentro del mundo hispánico 15 • Al co– mentar esta carta el P. Batllori reune argumentos para presentar a Viscar– do mas que como un sincero político "probabilista", como un representante de la inc~rtidumbre doctrinaTia y vital que domina a varios de los traste– rrados hispanoamericanos 16 • Creemos en cambio que este y otros testimo– aios permiten ubicar a Viscardo dentro de la lealtad posible a la Compañía de Jesús en1 l 1 as circunstancias que tiene que vivir y en el clima espiritual e intelectual de tantos ex-jesuitas, tan acertadamente presentado por el pro– pio P. BatlloTi en otros trabajos posteriores 17 • 15 V. infra, doc. nQ 85. 18 El abate Viscardo... pp. 129-130. El sentido ortodoxo de esta carta cie Viscardo, "es muy digno de ser notado y subrayado'', dice Bat– llori, aunque, añade en una nota, hay que contrastarlo con su juicio sobre la Inquisición peruana, a la que considera enemiga del progreso y de las luces (Cfr. infra, cloc. nC? 84, probablemente de 1797, acaso uno de los últimos tes– timonios del pensamiento político del prócer, posterior a la redacción de su Carta, .ti nos atenemos a las palabras con que ella se inicia). 17 V. especialmente El conciliábuio de Pistoya y ia Asamblea de Flo– reucia en las cartas y memorias de fos ex-jesuitas españoles desterrados a Italia, en: La cultura hispano-italiana de los jesuitas expulsos, Madrid, Ed. Gredos, 1966, pp. 87-96. Viscardo envió a Zepeda "una nutrida relación" del proceso de la asam– blea. Conocem0s sólo el extracto que hizo el P. Luengo en su Diari() y co- pió fielmente en sus Papeles varios (XVI, 76-82.). • Al comentar las noticias de Viscardo sobre la asamblea Batllori resume é.1SÍ su juicio sobre la posición doctrinaria del arequipeño: "~ .. este ex-jesuita que ante los ministros reales repetidas veC'es se había avergonzado de serlo; que en la Compañía apenas si había comenzado los estudios de filosofía; que

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