Los ideólogos: Juan Pablo Viscardo y Guzmán

LXXXII CÉSAR PACHECO VÉLEZ de su puño y letra y aun que, como afirma B. Lewin,¡ corrigier.a en ella los numerosos enores de esa edición. Y es probable, planteamos nosotros, que esa taTea la realizara Moreno en sus días de universitario en Chuqu.is;aca. Pero en cambio no es cierto, como afirma E. Durnhofer ¡¡o que l'vforeno aña– 'diera notas de su propia redacción a esa copia. El manuscrito de Moreno, que es el que hemos utilizado para su reproducción fotográfica en este vo– lumen, sólo ostenta las mismas notas de la Carta, redactadas por ViscaTdo o en las que, a lo sumo, puede aceptarse algún añadido de Miranda. J. J. A. Segura, coincidiendo con Mariluz Urquijo, hace un minu– cioso cotejo de estilo y vocabulario entre la proclama y otras páginas de Miranda, para llegar a la conclusión de que es el caraqueño su indiscutible autor. El mismo Segura propone la fundada hipótesis de que la edición por– teña de la Carta se hace a comienzos de 1816, en todo caso antes de la De– claTación de la Independencia el 9 de julio' de 1816, porque de lo contrario •lguna nota o referencia se habría hecho en el impreso a tan trascendental acontec1m1ento. Mas aun, cree que los editores lanzaron en Buenos Aires el manifiesto de Viscardo precisamente para incitar ·al Congreso a una de– claración a la que parecían reacios o vacilantes, a pesar de las demandas que en tal sentido habían hecho Belgrano oralmente y San Martín en for– ~a epistolar. Si así fuera, los editores habrían tenido razones suficientes para considerar la Carta .de Viscardo como un texto políticamente eficaz en esa coyuntura. El breve folleto fue estampado en la Imprenta de la Independencia, establecida en 1815. Su director a la sazón era nada menos que el Pbro. Ramón Eduardo de AnchóTiz, el porteño que como Castelli, Moreno y Mon– teagudo había •estudiado en la Universidad de Charcas, donde según algu– nos historiadores ya en 1802 se tenía conocimiento del manifiesto viscardia– no; el mismo Anchóriz que en 1810, siendo mayordomo del Arzobispo de Lima, había conspirado con el neogranadino López Aldana, el Dr. Pérez de Saravia y sus paisanos el Pbro. Cecilio Tagle, un yerno de Martín de Alza– ga, un sobrino del Dean Funes y el impresoT Guillermo del Río, en un movi– miento que ha pasado a nuestra historia con el nombre de la conspiración de los porteños. Enviado a Cádiz por el Virrey Abascal bajo partida de registro, Anchóriz conoció allí a San Martín, obtuvo su libertad y reincor– porado a su patria formó en 1813 parte de la Asamblea Constituyente como diputado por Entre Ríos. En esa misma imprenta saldría poco después, a cargo del Dean Funes, el órgano del Congreso de Tucumán. El ejemplar de la edición bonaerense de la Carta que reproducimos facsimilarmente ostenta el sugestivo valor adicional de la firma en la porta- so Eduardo Durnhofer, Mariano Moreno inédito. Sus manuscritos, con estudio preliminar de E. Williams Alzaga, Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, (1972), p. 143. advertencia al pie de la p.

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