Los ideólogos: Juan Pablo Viscardo y Guzmán

TRAS LAS HUELLAS DE VISCARDO XCI inducir al error de entenderlo como una relación de agravios que se detie– ne en los orígenes de la sociedad hispanoamericano o en sus primeros esta– dios en una actitud meramente retrospectiva. Por el contrario, en la Carta se mezclan el pasado mas o menos lejano con la mas palpitante actualidad. Eso es precisamente lo que le da el tono de virulencia y subversión. Viscardo se remonta, es cierto, a los antecedentes medievales, con– cretamente aragoneses, del sentido democrático de la monarquía español o a los errores del Virrey Toledo en el Perú en el siglo XVI, según el testi– monio del Inca Garcilaso. Pero la mayor paTte de sus argumentos se re– fiere a la realidad del siglo XVIII. Para señalaT los injustos términos del comercio utiliza el testimonio de don Antonio· de Ulloa, cuyo Viaje a la Amhica Meridional se publica en 1748. La expulsión de los jesuitas del imperio español, de 1767, por obvias razones es un tema recurrente en el documento. Una y otra vez apela Viscardo al Tecuerdo de los cin– co mil ciudadanos españoles despojados de todos sus derechos, a pesar de la merecida estimación pública de que gozaban por sus útiles e importan– tes servicios. La expulsión y la ruina de los jesuitas no tuvieron, dice Vis– cardo, otros motivos que la fama de sus riquezas. Cuando el gobierno aca– bó con ellas acudió al expediente de una política fiscalista que en 1780 "tanta sangre" costó en el Perú. Destaca el "noble ejemplo de intrepidez" de los comuneros de Nueva Granada en 1781. Y luego el decreto del 8 de julio de 1787 -lo cual permite conjeturar por lo menos ese año como el mas antiguo en la redacción inicial de la Cm·t~ que dispone de las rentas de Indias para atender a las necesidades crecientes y apremiantes de la ma– rina real. Las referencias a la mas palpitante actualidad política son, pues, constantes. Viscardo exalta el patriotismo y el espíritu de independencia de los americanos del norte frente a Gran Bretaña, de los portugueses y ho– landeses frente a España, en momentos en que una gran eclosión nacionalista antidinástica estaba. trastocando completamente el mapa de Europa y cuyas resonancias y repercusiones él anhelaba que llegaran a la América es– pañola. Por eso alerta a los criollos frente a la nueva política de la corona en los años iniciales del reinado de Carlos IV. Los levantamientos de 1780 y 1781 habían producido en el gobierno de MadTid, bajo la inspiración del ministro Gálvez, una fuerte reacción antiamericana. Esa política alcanzó no sólo a los sectores indios y mestizos sino también a los criollos, que por varios años se vieron cerradamente marginados en los puestos públicos sig– nificativos. Dos lustros mas tarde esa reacción ha cedido ante una nueva política de apaciguamiento y reconciliación en la cual los criollos deberán cumplir un decisivo papel de intermediarios. Contra esa nueva política alerta certeramente Viscardo a sus compatriotas. La corona desconcertada primero por los fuertes brotes de rebelión de Nueva Granada y del Perú y por el papel que en ellos cupo a lo criollos, reacciona y adoptando "cuando

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