Los ideólogos: Juan Pablo Viscardo y Guzmán

J UA I ABLO V ISCARDO y UZMÁ 07 mismos debo hablaros sobre él con la ingenuidad y franqueza, que inspir mi carácter público y el interés que tengo en vuestra futura suerte. Desde el momento en que se instaló el gobierno pro i ono de la ca– pital se constituyó garante de la libertad civil de los pueblos; y jamás e lisonjeó con la idea de su propia felicidad, ino uando pudo calcul r qu a p sar de las combinaciones de los d 'spotas tendrí n a] fin part n ll todo los habitantes de la América. Aspirar al mando clusi o de las <lemas provincias y renovar en nuestro continente 1 1stema metropolita– no, adoptado por la antigua spaña sería un error contrano a los prrnc1pios que siTvan de base a nuestra constitución y a nu stro patnoti mo, sería un problema, más clarn no haríamos más que imitar a los mismos iranos qu detestamos. o, los designios d l gobierno stán ba tanre anunci dos n lo papeles públicos, y no puede ocultarse u fraternidad, equidad justi– cia: ser libre y proteger a todo los pueblos que quieran serlo, he aquí l fondo de todos sus planes y proyectos. l único tributo que exige n r - compensa de sus auxilios es la unidad Ja alianza la fraternidad y la uni– formidad de ideas y sentimientos. Y si los de ese virreinat anhelan recu– perar el precioso don de la libertad y lo consiguen por nuestros fuerzo nunca me creeré con derechos a más de lo que he dicho: lo juro por lo más agrado y lo protesto como funcionario público y repTesentante del gobier– no y provincias del Río de la Plata que auténticamente han sancionado mi misión: yo miro a los pueblos de ese distrito con la misma predilección, no rindo vasallaje sino a las leyes: amo a todo americano respeto sus derechos y tengo consagrada mi existencia a la restauración de u inmunidad. Estos son mis invariables sentimientos a pesar de cuanto la maligni– dad y gTosera impostura de los serviles mandatarios del gobierno de Lima hayan divulgado en contra: mas ya sé que sus prestigios nunca han tenido otro resultado que hacerlos más despreciable de lo que son y acabar de desengañar la confianza de los poco que aún vacilaban. Y si alguna vez 'U apurados artificios han hecho en los incautos una ligera impresión de engaño no han pasado muchos días sin que el arribo de un correo la er– dad haya disipado el erroT y se hayan desvanecido las tinieblas. La gacetas del gobierno de Lima sus proclamas y manifies os son una prueba terminante de esta verdad: si se examinan aquéllas no se pu - de recordar sin indignación y e cándalo los números 21 y 30 donde con la mayor imprudencia fulminan imposturas y dicterios que anuncian desde lue- o la poca dignidad de sus autores sin que puedan eclipsar mi conducta garantizada por í misma y justificada por la constancia de unos hechos que ate tigua la opinión pública. o me detendré obre e te particular por– que é que en ese virreinato hay hombres pensadores que saben d1scem1r la verdad de la impostura y no carecen de exactitud en la noticias: no igno– rarán que todos lo pueblo de te distrito han proclamado su confianza

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