Los ideólogos: Juan Pablo Viscardo y Guzmán

. CVI CÉs R P ACHECO VÉLEZ discu t ida y a nuestro juicio no sin fun damentos, es sólo de la apostiHa o nota al cake con la t rascripción lascasiana. En otra consideTación Batllori se refiere a que tanto Visca rdo cuando h abla de la "ferocidad" (palabr a en la que está colocado el asterisco) cu anto L as Casas en la pri– meTa parte del texto trascrito, se refieren a la corona, al gobierno español; pero que en cambio los "españoles" de la segund a p arte de la cita son cier– tamente para Las Casas los conquistadores y encomenderos del s. XVI y que, en cambio, para Viscardo son los peninsul ares que en el s. XVIII opri– mían así a los indios como a los mestizos y criollos. E n este caso habría que reconocer que Viscardo fuerza: el sent ido del t exto lascasiano para dar– le una interpTetación original y diríamos abusiva. Guillermo Lohmann V. consider a que Batllori " ha dejado esclareci– da de un modo convincente la congruencia conceptual entre el texto del es– crito del revolucionario religioso y la orient ación de la nota que nos ocupa, sin que haya lugar a reputarl a como post iza o espÚTea" 115 • En rigor, co– mo él mismo lo afirma, Batllori prefiere " dej ar est e problema abierto, sin dar mayo r posibilidad a la tesis de MenéndeZ' Pidal que a la contra– ria" 116 • Y con muy buen criterio, añade: "mientras no se encuentre el au– tógrafo o al menos el' original, de Viscardo, no se podrá h allar ningún argu– mento apodíctico para resolver con ceTt eza ni esta cuestión ni la aparente aporía entre el ideario de la Carta y el t ext o alegado en su última nota" 117 • Por nuestra parte planteamos la posibilid ad de que el asunto pueddl resolverse atribuyendo a la mano de Miranda t odas las citas o apostillas que aparecen a pié de página en la Carta, no sólo las dos que hasta ahora se le h an atribuído. Las Teferencias bibliográfic as de las citas textuales que leemos en el mismo cuerpo de la Carta, - los Comentarios del Inca Gar– cilaso o los "comentarios" de Jerónimo de Blancas-,. incluídas las páginas, aparecen en ambos casos an t es de las t ranscripciones. La excepción sería la cita de El Espíritu de las Leyes, en que la referencia al Lib. 21 ~ cap. 22 es– ta colocada al cake 118 . En todo caso hemos de admitiT. el peculiar lascacis– cero de ViscaTdo, lascasismo en ciert o modo contradictorio, como lo fue, por lo demás, el del siglo XVIII. Tampoco cita Viscardo a otros autores europeos imbuídos del espí– ritu antiespañol que caracteriza la segunda mitad del siglo XVIII y que confieren nuevo auge a la leyenda negra, como Marmont el, R aynal y t an– tos otros. La Historia filosófica y política de los estableci1nientos y del co– mercio de los europeos en: ambas Indias (1771 ), fue, a pesar de la superfi- 11 5 Tras el surco de Las Casas en el P erú. (Una p esquisa sobre reso– nan cias lascasianas en el P erú durante los siglos XVDI y XIX, en: Estudios sobre Fr a y Bartolomé de Las Casas, Sevilla, Ministerio de Asuntos Exterio– res y Universidad de Sevilla, 1974, :g. 345. 116 Del abate Viscar do a Monseñor ... , p. 371. 111 Ibídem. 118 p. 20, párrafo 19.

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