Los ideólogos: plan del Perú y otros escritos

PRÓLOGO XIII "su" verdad: "yo lo sabía, lo sabía todo" 7 ; "yo no trabajo por adquirir sectarios, ni por la gloria vana de sostener mis opiniones" 8 ; "yo quiero que todos se ilustren, no que todos me sigan" 9 ; "generación venidera que reci– biTás el beneficio de estas pequeñas semillas de ilustración que se van es– parciendo, tú me harás justicia" 10 • Pero no habría sido perfecta aquella afición -que lo lleva al estudio de los intereses populares y a la defensa de los derechos anejos-, si no hubiese sido llevada hasta el sacrificio; por– que la virtud impone al ciudadano la prescindencia de sus expectativas par– ticulares en beneficio de la prosperidad común. Y exhibiendo su inflexibili– dad ante los halagos, al par que su peTseverancia en el cumplimiento del deber, dijo de sí mismo: "que supo renunciar empleos, rentas, dignidades, prefiriendo la desnudez y la miseria, el cadalso o la prisión, el insulto y abatimiento, a una grandeza aparente adquirida con la traición a su pa– tria" 11 . Pero su pensamiento se acompasa con su actitud sentimental, es– cruta en los anales históricos de los más antiguos y diveTsos países, y ad– vierte que han tenido un sino adverso cuando se les ha dirigido sin aten– der a la voz mesurada y premonitoria de la razón; que en verdad se ha traicionado a los propios pueblos cuando se ha mantenido a los hombres ilustrados en oscuras posiciones, a fin de que su vista y su consejo no inco– modasen la arbitrariedad de los monaTcas y los poderosos: "¡Desdichado el gobierno que deja en el fango aquellas almas que la Providencia creó pa– ra conducir a sus semejantes!" 12 • Como filósofo, Manuel Lorenzo de Vidaurre confiaba en la universali– dad de las verdades reveladas por la razón; y, con notorio mecanicismo, su– ponía que basta referiT un hecho o enunciar un juicio, para asegurar la in– mediata difusión de su conocimiento. Pero se hallaba muy lejos de admi– tir que las empresas de la razón pudieran limitarse a los entretenimientos especulativos, e insistía en sus fecundos aportes a la definición y la defen– sa de los derechos: porque éstos se hallan determinados por la naturaleza, y la ilustración contrauesta las deformaciones que en sus alcances pueden imponer el despotismo o la ignorancia. Creía que las representaciones ele– vadas a la corte, los discursos dirigidos a la ciudadanía, las campañas perio– dísticas, las alegaciones políticas y jurídicas, y aun los proyectos de ley, quedaban grabados en el recuerdo, y estaban destinados a ejerceT una in– fluencia permanente sobre la dirección del Estado. En tanto que sus plan– teamientos correspondían a la verdad, y sus proposiciones concitaban la aprobación, podía ufanarse de comprometer un general seguimiento, y hasta soñar con su empinada posición de caudillo u hombTe providencial. Sin 7 Cf. su Discurso escrito para que se leyera antes de la apertura de las sesiones de la Gran Asamblea Americana. s En su Plan del Perú. 9 Cf. la "dedicatoria" a Bolívar, en la edición de su Plan del Perú 10 Cf. su Discurso primero en Panamá. · 11 En su Discurso a los habitantes del Ped.í. 12 En su disertación sobre Comercio libre de América.

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