Los ideólogos: plan del Perú y otros escritos

XVI ALBERTO TAURO c1on peruana a las más importantes previsiones de la política social. Por ejemplo: "las riquezas de la Nación son el resultado del trabajo" y están en relación con su productividad, la cual se halla condicionada a su vez por el empleo de máquinas y por el mayor o menor aliciente que el salario repre– sente paTa el trabajador; se debe respetar la libertad del ciudadano "para que elija el ramo de industria que más le acomode, pero no consentir que peTsona alguna se abandone al ocio"; a fin de asegurar la estabilidad de la república, debe evitarse "la desigual distribución de los bienes de la na– turaleza"; el derecho de propiedad debe ser regulado en armonía con el in– terés social, evitando el mal uso que de ella se hace cuando se la mantiene en "la infecundidad, que es el pTincipio de la hambre y de la muerte"; es pre– cisa una ley agraria, que provea al reparto de todas las tierraSi y a la habi– litación del campesino que careciere de los recursos indispensables para el cultivo; gran "victoria de la humanidad" constituirá el poner fin aun al "nombre de esclavitud", pern en tanto que llegue "no se consentirá que los negros trabajen antes de aclarar el día, ni más de ocho horas en la maña– na y tarde inclusive"; "lo que quiero es que poco a poco vaya desaparecien– do la servidumbre, que el jornalero venga a ser un socio del propietario"; la vida civil de los pueblos americanos debe basaTse en la tolerancia y en el desarrollo armónico de las artes y las ciencias; no debe admitirse en Amé– rica la existencia de colonias. Todo lo proponía con luminosa impaciencia, porque deseaba orientar los pasos iniciales de la república hacia un camino correcto e igualmente promisor paTa 1 todos los peruanos. Ante su imagina– ción aparecía, diáfano y risueño, el porvenir ansiado: "Si el viajero corrió por desiertos y abrazados arenales, vio los campos incultos y abandonados, no oyó el armonioso Tuido de fábricas y de talleres, advirtiendo únicamente un comercio y una agricultura que expiraban; recorra entre poco nuestros inmenso países, y se embelesará contemplando que el hombre, dueño sin temore de su haber, logra la prnsperidad más completa, que nuestros cam– pos están cubiertos de espigas, nuestros puertos de flotas, nuestras calles y plazas ocupadas por el comerciante y el artífice, que por todas partes se des– cubre el alegre y risueño ro tro de la abundancia, habiendo desaparecido las furias que en otro tiempo nos atormentaban". * * * 'umplimos un grato deber, al expr sar nuestro reconoc1m1ento por la ami tosa y gentil colaboración que se nos ha brindado mientras prepa– rábamo Ja presente ompilación de los escritos de Manuel Lorenzo de Vi– daurre. Y en particular a: 1 élix Denegrí Luna; Guillermo Feliú Cruz, conservador de la inapreciable colección que José Toribio Medina legó al pueblo hile; Arturo García y García, embajador del Perú en Chile; 1 arlos Ortiz de Zcvallo y Paz Soldán; y Ernesto de la Torre Villar, direc– or d Ja Bibliot ca acional de México.

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