Los ideólogos: plan del Perú y otros escritos
480 MA UEL LoRE zo DE VrnAURRE Teunir un número igual de tropas para asaltar nuestros Estados? Lo único que se opondrá a esto es, que faltarán los medios para dar movilidad a estas grandes masas. No soy de aquellos que me desatiendo de las grandes dificultades, ni brinco sobre ellas para sostener mi sistema. En cuanto al día presente, confieso que sería un imposible trasladar 100 mil hombres de Buenos Aires o de Cochabamba a México; pero no se– ría difícil poner 4 mil hombres compuestos de todas las 'confederaciones. Mil venezolanos están en Potosí y nadie ignora la gran distancia de Caracas a esa villa. Se acercarían las tropas de los lugares más cercanos, las reservas estarían prontas, y no cesarían las traslaciones de un lugar a otro. Pero yo no escTibo únicamente para este día, ni los trabajos de la Con– federación se circunscriben al actual estado de los negocios. Nuestro Dere– cho de Gentes, debe durar largo tiempo y nuestros pactos deben afianzarse para los años veniderns. He dicho la necesidad que hay de caminos, canales, cauces y todos los demás medios de facilitar las comunicaciones. Cuando todo esto se realice, nuestros ejércitos maTcharán con mayor velocidad que en Europa, sobre todo cuando tengamos una marina; que contemplo la ma– no derecha de los Estados. Bien lo conocía Temístocles cuando en secreto propuso a Arístides que– mar las naves griegas, para que Atenas lograse la superioridad en mar y tierra. ¿Hasta cuándo nos maravillamos de lo remoto? Dejemos a fenicios y cartagineses cuando tenemos presentes a los heróicos Albiones. ¡Espíritu de Cromwell, regocíj ate en los efectos prodigiosos del Acta de Navegación. Inglaterra que tiembla de la escuadra de Felipe II, decidió en Trafalgar la superioridad que ha conseguido en los mares. Ejércitos de maderos fuernn 11n dique a las glorias de Napoleón y un escollo donde fracasó su poder co– losal. Mientras usurpaba inmensos terrenos en el continente, su ilustre ri– val lo des_pojó de todos los establecimientos ultramarinos, adquiere otros inmensos é hizo volar sus mercancías como ganancias prodigiosas en todos los ángulos de la tierra. Una isla con las dimensiones de la Cuba puede tanto, porque sabe que el que domina en los mares, no tiene límites. El Norte de la América que, a pesar de la emancipación, no ha alterado las costumbres, luces y política de su antigua madre, trabaja en su maTina desde el momento en que se declaró libre ¡Ah que pasos tan prodigiosos! ¿Qué no puede la libeTtad sostenida por un buen gobierno? La hija mantu– vo su pabellón con honra en la última guerra, y sus ensayos pronostican su elevación posterior. OCTAVA LEY GENERAL Nosotros debemos tener una gran marina. Cosa alguna necesi– tamos de la Europa para formarla. Chile dará sus mejores jarcias, Guayaquil maderas incorruptibles, Coquimbo y Oruro cobres, todo el Perú excelentes tejidos para el velamen. Tenemos minas de hierro para
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