Los ideólogos: plan del Perú y otros escritos
DISCURSOS 481 clavos y abundancia de alquitrán y brea. Religión, religión libre y vendrán a nosotros los maestros de Europa. En el Mar del Sur y el del Norte tremo– larán nuestras bande-ras, y sin ofender ni insultar a los demás, nos haremos respetar por nuestras propias fuerzas. Debe fijarse el número de buques que se han de fabricar todos los años en cada una de nuestras Repúblicas. Yo prefiero el trabajarlos que adqui– rirlos comprados de otras naciones. Las razones son muy obvias. La circu– lación' del dinero destinado a este objeto, la instrucción de nuestros conciu– dadanos, la aplicación inmediata de nuestros frutos, la perfección de nuestras nacientes fábricas. ¡Que inmensa riqueza nos ofrecen estos planes!. Ya el indio a quien el Señor próvido concedió estas tierras no vivirá hambriento y desnudo, y no morirá dando el más tierno suspiro al contemplar que a sus hijos les de– ja por herencia el trabajo, la miseria, la esclavitud: ya todos serán felices, y con fatiga moderada podrán adquirir su subsistencia; ya el anciano en sus años últimos se mantendrá de los ahorros que cómodamente puedo hacer en su juventud; ya el vicio no será una carreTa vergonzosa a los que les faltaban honestos medios de adquirir; y ya el pueblo podrá disponer de alguna cantidad sin afligir a los ciudadanos. NOVENA LEY GENERAL Yo tomo de los griegos a pesar de no querer elevarme a siglos tan remotos. Es preciso un caudal de que se disponga inmediatamen– te en las guerras de la AméTica. Un cuarto de uno por ciento de los productos es una cantidad insensible al que contribuye; y en extremo gran– de si se toma reunida. Este tesoro debe entrar como en un depósito sagra– do. No elijamos el templo de Delphos, pero si la ciudad de Quito que es la casa del Sol y el medio de la tierra. Custódiense allí los caudales ameri– canos, y al contemplar el soberbio monto de muy pocos años, asombrémo– nos de lo que extrajeron los indolentes españoles. Ellos son mendigos ha– biendo abusado de nuestra riqueza anterior. Con mejor talento sepamos aprovechar los bienes que nos proporciona una patria libre. DECIMA LEY GENERAL Si la América es la patria de nosotros. Ya todas las repúblicas unifor– mes en sus principios, las leyes harán una hermandad perpetua. Ciuda– <lanos seremos de todas y cada una de ellas. Deberemos ser mutuamente admitidos en empleos y dignidades. Nq necesitaremos incorporarnos, ni Cartas de naturaleza. Un mejicano podrá obtener el primer gobierno del Perú, como un peruano el de Colombia. Una sola familia cuya cabeza será Dios, cuya ley será la razón, cuyo delito enorme consistirá en turbar esta unión, única base de nuestra felicidad perpetua.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx