Los ideólogos: plan del Perú y otros escritos

DISCURSOS 483 no veo en ellos sino los vicios en aspectos diferentes, y un encadenamiento de males y desgracias. Canten enhorabuena en Marathón y Salamina; pe– ro el ateniense se asombra al oir que los muros del Pireo se han de destruir y quedar al nivel de la tierra; los hijos de Tebas lloTan destruída su patria; derrama lágrimas el Emiliano, al ver a Cartago en cenizas, porque pronos– tica que los bárbaros saquearán a Roma, sus monumentos preciosos serán entregados a las llamas, y sus hijos hambrientos Tecorrerán las calles bus– cando el pan o la muerte. No era aún el tiempo que los hombres fuesen felices. Aún no se había descubierto la sublime teoría de derechos y obliga– ciones. Se defendían los países, no los individuos. Juzgo que el inglés es el primero que trabaja por los derechos del hombre. Su antigua Carta, arrancada poT la fuerza a Juan Sin Tierra, y sus progresos por muchos siglos hasta Guillermo III, manifiestan que los debemos tener como los descubridores del gran sistema político. Confiese el anglo-americano, que las luces que recibió de sus padres le dirigieron en la lucha, y le condujernn al puerto donde reposa bajo la sombra del árbol de una libertad justa y moderada. Empero nuestra situación, aún es más ventajosa. Tenemos en cuadros perfectamente trabajados, los errores y las ciencias, las virtudes y los vicios de 62 siglos. La unión de los suizos, la constancia de los holandeses, la pru– dencia de los americanos del Norte, las atrocidades de la revolución de Francia, los partidos de las provincias bélgicas, y aun los nuestros son mo– delos que hemos de tener presentes para seguir unos ejemplos y detestar otros. Hoy el gran Congreso Americano que debe ser un Consejo en los grandes conflictos, un fiel intérprete de los tratados, un mediador de las disputas domésticas, un encargado de la foTmación de nuestro derecho nue– vo entre naciones; se halla investido de todos aquellos poderes que son ne– cesarios para cumplir con el noble, grande y singular objeto a que es con– vocado. Todos los materiales preciosos están acopiados de antemano. Un mundo entero va a ver nuestros trabajos, y a examinarlos con detención. Desde el primer sobcrano hasta el último habitante de las tierras australes, no hay persona indiferente a nuestras tareas. E te tal vez será el último en– sayo que se haga para indagar i el hombre puede scr feliz. Compañeros míos, el campo de la gloria allanado por Bolívar, San Martín, O'Higgins, Guadalupe y otros muchos hérne superiores a Hércules y Teseo se nos franquea. Nuestros nombres han de ser escritos, o con loor inmortal, o con oprobio eterno. Elevémonos obre mil millones de habitantes y un noble orgullo nos e piritualice asemejándonos a Dios mismo en aquel día en que daba las primeras le es del Universo. Encendido en un fuego divino y in separar los ojos del autor de todos lo mundo , las dificultades enormes me parecen pequeñas. Poca pero ólidas son las bases en que ha de fundar e nuestra confederación. Paz con el Universo, respeto a los gobiernos establecidos en los países europeos aun

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