Los ideólogos: plan del Perú y otros escritos

12 IA EL LoRE zo DE VrnA RRE calón con facilidad lo monarca e acomodaron a aquella especie de go– bierno que e vituperó por bárbaro. Con tantinopla quedaba con el título, pero había mucho ultane ; cierto espíritus, bostezo del infierno, se valen de la oca ión para inflamar y con elocuencia imulada sacar al pueblo de un ueño que le hubiera ido menos dañoso que sus posteriores funesta vigilia . o puede negar e que de Luis XIV en adelante, el pueblo fran- cé era má e clavo que nunca; pero también e cierto que fueron mayore u males de de Lui XVI hasta el día. e verificó el pronóstico que anun- ciaba la e tatua de aquel Rey que e distinguió con el pomposo sobrenom– bre de grande, cubierta de yedra y sus palacio de escombros y malezas; pero también un Robe pierre acrificó do cientos mil hombre y apoleón millone . ue tro reye que gastaban más que el ejérci to y armada, olvida– do de aquel anto abuelo 3 que convidaba a su tío el Almirante, el día que tenía pollo a u me a; nue tro reye que tenían en sus caballerizas sin nú– mero Jo hruto ervidos como dio es por lo hombres; a cuyo perros so– braba el pan que anhelaban lo vasallos; ya lloran con toda u sangre en Francia 3 ª la necesidad y la amargura. Si el dinero del lujo se hubiera inverti– do en ramo preciso e interesante , siguiendo el consejo de Fernando VI; i n orte e hubiera decidido de la paz y de la guena, si la virtud hubiera e perado el premio, i no se hubiera contemplado que el camino seguro de lo empleo era la prostitución a semejanza del visir; el injusto usurpador no hubiera hallado la plazas francas, alguno ánimo mal dispuestos, las tr pas in doctrina y lo hombre de m 'Tito en unos rincones de de donde no podían de pronto alvar u patria. o ob tante del cobarde es la pu ilanimidad, el desmayo, el abando– no. El hombre no debe rendirse aunque contemple terrible lo obstácu– lo , iempre que perciba algún vi lumbre de remedio. sto me hizo pro– curar desde lo primero año de mi ingr so al foro beneficiar mi paí y tal vez la nación, procurando que s corta en pleito que podían estar decidi– do n una ley con cuatro letra 1 . agitaba mi e píritu al contemplar :{ Santo porque fue menos malo. :1a Ojalá, y ojalá hubieran quedado allá para siempre. La España sin llos hubiera sido más rica y feliz. 1 Si un Estado no tiene una constitución política, que osegure su liber– tad e independencia, no puede ser feliz; tampoco lo será completamente aun– que tenga l mejor gobierno establecido, i sus códigos penal y civil no son p rfectos. En una de aquellas largas horas que dedico a mis meditaciones, yo decía ¿por qué todas las artes y ciencias habrán tocado aquí la más alta perfección, y la más útil y necesaria estará envuelta en los sofismas, sutile- 7.as, contradicciones y absurdos de las viejas pandectas de Roma? ¿Es po– sible que N wton enseñe las leyes de los astros y que la Inglaterra no tenga un libro qu fíj con claridad las acciones de los hombres? Continuamente v mos genios sublimes, qu avanzan de un modo prodigioso en la mecánica .Y que proporcionan los más seguros medios de adelantar en la agricultura y l comercio. ¿Y no habrá alguno que se dedique a garantizar por una le– gislación perf eta los felices resultados d esa agricultura y comercio? ¿Por qu' un tirano aborr cido? Es sin duda porqu bajo su imperio ni las vi-

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