Los ideólogos: plan del Perú y otros escritos

24 MA UEL LoRE zo DE VrnAURRE in mi not1c1a. Yo bien é que el pueblo se afanaba en leerlo, no por lo ex– celente, ni por la ciencia que contenía, ino por grit ar contra una Audiencia, que repre entando al Re , era el foco de la opresión y el despotismo 3 . Así juzgo porque el escrito no tenía otras leyes que aquellas muy comunes, ni otros pen amiento que los que abundan en los autores civilistas y canonis– tas y que la razón misma proporciona. No se ubst anció este recurso y se confirmó el primer auto. Presentes las leyes, que impid n toda gest ión contra las sentencias de revistas, reclamé diciendo que ni el primeT auto había sido de vista, ni el segundo de revi ta; que el proceso era nulo y vicioso; que a García no se le podía exigir lo que no pactó. En e t as circun t ancia el Tribunal se re– tracta, manda observar las convenciones y que se entregue la hacienda a García. uevo e cándalo, y mayor que los anteriores. Los Bozas trata- 1on a los oidores, en audiencia abierta y por escrito, de ladrones, comercian– tes y de otros vicios que infaman la naturaleza. Quedaron impunes hasta mi salida del Perú, porque los jueces temían, que se pidiese t estimonio y se diese cuenta a S.M. La hacienda no se entregó; se ha destruido por falta de fomento y todos lo inteTesados han muerto, en la miseria y mendiguez 4 • Consecuencias fatales de la mala administración de justicia 4 ª. Elegí este ca o como el más circunstanciado y juzgo que vale por mi l. El quinto agravio es, que el Regente u Oidor que preside no deja ha– blar al abogado, siempre que el impedirlo conviene a sus designios. Pone la mano sobre la campana, le insta a que acabe y le forma argumentos con– tinuos y Teflexibles con que le confunde y aterra. ¡Qué desconsuelo para la parte que está pTe ente el que no se oiga su defensa y saber desde este fatal momento, cuál ha de ser la resolución! Son muchas vece fi eles los americano , cuando con unos padecimientos tan graves, no h an roto un a cadena tan pesada y e pantosa. :i ¿Y por qué no dije que era un retrato de un Rey? ¿Hay Rey que no sea injusto y opresor? 1 Corresponde al año de 19. 111 No puedo menos que referir un caso de la Audiencia de Puerto Prín– cipe, donde he estado de Oidor. Procedimos a sentenciar la más valiosa cau– sa de toda la isla. Era la testamentaría de los Marqueses de San Felipe y Santiago. Yo para votar en justicia tuve que leer más de diez mil fojas del proceso, formé mi voto, siguiendo el método de D'Aguesseau, fijando los pun– tos de hecho y después los de derecho. Fue la primera vez que el Tribunal después de muchos años, supo el contenido de aquella causa: ni los abogados, ni los jueces habían leído el proceso. Yo desde la España y la Francia traía im– presiones muy favorables a los Arangos. El Marqués de San Felipe era un hombre, cuyos modos me desagradaban sobremanera. No obstante yo de– mostré que los Arangos no tenían derecho a un solo peso en aquella testa– mer:taría. S uni~ron a 11!} voto los señores Regente, Alvarez, Casas, y el conJuez Dn. Joaqum de Aguero. Robledo y Alva fueron votos singulares que s acercaban mucho al mío; pero cuál fue mi escándalo al oir a otro Oidor s ntenciar n estos términos: con-firmo todo lo favorable a Arango y revoco todo lo favorable al Marqués de San Felipe. El fundamento ra que San F lipl" hahía tratado n Madrid que se Je quitase la garnacha.

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