Los ideólogos: plan del Perú y otros escritos

PLA DEL PERÚ 39 lo que mucho entregan llorando, no tanto por la falta de dinero para sus familias, como por conocer que la exacción no cede en provecho de la co– munidad, sino en beneficio de un infame codicioso. Lo vi rreyes, presidentes o intendentes, deberán examinar por sí o por us representantes los caminos; perfeccionarán los que son capaces de coches, hasta ponerlos de igual modo qu en la Europa; los que por su di– ficultad natu'ral no sean proporcionados a tan grande descanso, por lo me– nos se trabajará de modo, que no corra rie go la vid a y se trafique con se– guridad; los puente se fo rmarán con fortaleza y buena disposición, reco– nociéndolo continuamente y reparando el daño que el uso ocasione. En el ca o de que el costo sea grande para arreglar los caminos y que se contemple que la cuota de la imposición no alcanza para realizar el proyecto, no por eso se deberá abandonar. Entonces más que nunca se necesita la discreción del gobernador para egún las circunstancias salir del conflicto. Los hacend ados, los mineros, los vecinos, comerciantes, los que conducen mercancías por aquellos lugares, los sub delegados, los curas, las rentas de los cabildos podrán sufrir gravamen u obligarles a una cantidad racional, que no puede ser pesada, siendo por una vez y resultando en uti– lidad común. La real hacienda y principalmente el ramo de correos tam– bién debe contribuir de un modo considerable. ¿Por qué con la plata de las Américas; se han de haber elevado en la España grandes plazas, sober– bios palacios, suntuosos edificios y lo ameTicanos no han de tener ni la seguridad en los camino ? El Rey es un buen padre de familia y el buen padre de familia ante atiende a mantener al hijo, que el lujo y la grande– za que adormece. El producto de las Américas no se debe aplicar a la España, sino después de haber llenado todas las primeras necesidades de aquellos reinos. En los parajes de paseanas conocidas se pondrán posadas, que sólo con dar licencia para ello serán infinitos los pTetendientes. Estos vente– ros como los maestros de ' postas estarán obligados a tener caballerías de remuda, y toda especie de auxilios. Deberán avisar de los malhechores que se hallen en esos lugares para que sean perseguidos por la justicia. Reconocerán en su distrito lo que está descompuesto en el camino o puen– tes y que exige reparn. ~ l menor descuido se castigará con una multa que ceda en aumento de aquellos fondos. Los regidores por turno harán visitas para descubrir el abuso o desorden. Los delitos serán escarmenta– dos con rigor y para las penas influirá la prudencia y talento de los capi– tulares. Los Cabildos habrán de daT cuenta anual a los virreyes y presiden– tes de lo gastado y percibido de las obras que se han hecho y de las que son necesarias. El jefe con conocimiento de todo, aprobará o desaproba– rá, siendo éste un caso de residencia.

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