Los ideólogos: plan del Perú y otros escritos

CAPÍTULO V ESTADO ECLESIASTICO O yo no entiendo el Evangelio, o es preciso que se me confíe el que su máximas son más quebrantadas por los eclesiásticos que por los secula– re . Cuando leo el incomparable Sermón del Monte, que contiene la má acendrada doctrina, vuelvo los ojos hacia los ministros del altar y hallo muy poco que merezcan la bienaventuranza. Aplicar un joven a la igle– ·ia, es de tinarlo a la molicie, regalo y poltronería. No se necesita la sá– tira de Boileau para conocer lo que es un cura, un canónigo, o un abad. Los ojos soñolientos solamente se abren cuando se trata de la defensa del fu ero, la jerarquía la inmunidad y las renta . La mesa más exquisita, el vestido más fino, los incien os de un pueblo supersticioso y de unos de– pendiente aduladore , on el fome de la oberbia, de la avaricia, de la lujuria. La palabras de an Pablo, quien milita a su costa, digno es el obrero de u paga, reciben una interpretación extensiva, con las que se uerben la prnpiedades de la gentes que no están alistadas en sus bande– ra . un acrilegio inquirir u conducta y al soberano que toca en esta materia se le profetizan las mayore desgracia . o temeré sus increpacio– nes y con aquella firmeza que me e caracterí tica, he de decir que como miembro del gran cuerpo de la ociedad se deb indagar su e tado, refor– marlo y sujetarlo a justo límite . Je ucri to, hijo de Dios eterno y la antidad por e encia quiere qu s an bueno los sucesore de los Apóstol s. lle leído en uno de los libros de ]a abiduría este rso: libertad a los c¡ue caminan a la mu rt para que no perezcan. ·Cómo s forma n la m nea un cura de pué un canónigo? Un joven que e tá en el colegio lleno d lo vi io má infames y vergonzo o · un eñorito segundo de su casa in carrera qu con truye muy mal el bre– viario y a quién e le ha hecho l r n alguno ratos la indecente obra del padre Lárraga; el ahijado d un ecl siástico a ciano, aunque i norante inicuo, como t nga la ciencia de adular, o como. . . . . . éste es un párroco ·n el P l qu d be s rvir de gnía al rebaño, éste e el padre del pu blo. u conducta? La primera regla at sorar, no bautizar, ca- 1 no pagan on anticipa ión y a u arbitrio los derecho . Los robos má nonn s candaloso . ~n el púlpito

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