Los ideólogos Toribio Rodríguez de Mendoza

90 ÜSCAR ZEVALLOS curso á la Cátedra de Artes propia del Convictorio, esto es, de diez años a esta parte, se observó el mismo método que antes de dicha reforma: quiero decir, exponer un capitulo de los referidos libros de Aristóteles, y defender su doctrina. Esta relacion sola me parece bastante para dar á entender, que no se consultó, ni oyó á la razon que desaprueba un proceder tan encontrado, y que en esta inconseqüencia influyeron desde luego la veneracion á la antigüedad de nuestros establecimientos escolásticos, y el fastidio con que miraron los profesores antiguos el nuevo plan de Estudios. Los libros adoptados en la ereccion de Universidades, que son los mencionados antes, son los mas obscuros de toda las obras de Aristóteles, cuyo mérito por otra parte es casi incomparable. No hay lectura mas ingrata, ni mas penosa: y su inteligen– cia, aquella que sea capaz de satisfacer, es desesperada en sentir de los mas sabios antiguos y modernos, cuyos irrecusables testi– monios sería fácil aglomerar, si farmara una disertación, y si no hablara con V.E. que sabe muy bien y por si mismo, la uniformi– dad del consentimiento de los sabios sobre la espesisima oscuri– dad de dichos Libros . Y despues de esto, ¿será racional, será justo obligar á es– tos jóvenes en edad y literatura, á que expongan unos libros que no han leido: unos libros digo, que aun meditados con la mas escrupulosa y detenida atencion y con los comentarios á la vista, han sido, y seran siempre la tortura de los mejores ingenios: á que defiendan opiniones y sistemas que han reprobado: á conci– liar en fin verdaderas o aparentes antilogias, y entrar en el por menor de sistemas que a penas conocen? Pues estos puntualmen– te lo que la fuerza de la costumbre ha exigido, y exige de los Ca– rolino~. ¿Pero con qué fruto? con qué suceso? Con el de exponer– los á la irrision de los inteligentes. A expensas de mi dolor de– bo protestar y decir, que estas Oposiciones son una pura befa, por los despropósitos y contradicciones que se profieren: y todo esto es conseqüencia de educar á la juventud en una especie de Filosofía, y exigir de ella el Magisterio en otra. ¿Como podrá ex– plicarse, no digo magistralmente, pero ni aun mediocremente, un joven que no es dueño de un cuerpo sistemático de doctrinas, Y de un libro que no ha tomado en sus manos, sino es para esco– ger puntos, y que solamente lee mientras le dispone un Maestro la leccion que ha de recitar? El Carolino que mas sabe de la doc-

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