Los ideólogos Toribio Rodríguez de Mendoza

94 ÜSCAR ZEVALLOS los aprueba y da por suficientes é idoneos, para que pasen á es– tudiar la Teología, ó la Jurisprudencia, asentando en sus libros las partidas de los exámenes, y Conclusiones generales de esta misma Filosofia? ¿No es igualmente cierto, que para los Grados mayores y menores, y que en las mismas Conferencias del curso anual se defienden libremente opiniones y sistemas enteramente opuestos al de Aristóteles, presidiendo y replicando en estas mis– mas actuaciones los Catedráticos de la Escuela? ¿No es tambien constante, que los Carolinos Catedráticos de Artes concurren con sus discípulos en los días de curso, y les explican en las Aulas de la Universidad la misma Filosofía que estudian en el Convictorio? ¿Y que hechos mas reiterados, mas públicos y auténticos se po– drian desear para ultimo convencimiento de que la misma Real Escuela no solo tolera y permite, sino que tambien en cierto modo adopta y abraza el cultivo y estudio de una Filosofía libre, y que comunmente es conocida baxo del nombre de Moderna? En lo que ciertamente es digna de nuestros reconocimientos y aplau– sos ; pues no ha sido obstáculo para que la razón recupere sus prerrogativas, y falsifica con su sabia condescendencia la aserción de Condillac, de ser las Universidades impedimentos para el pro– greso de las Ciencias. ¿Y por ventura no es palpable, que todo esto nos conduce co– mo por la mano, á adoptar este ú otro nuevo método de Oposicio– nes, mas acomodado á las ideas y estudios del dia, y á la educa– cion literaria de los jóvenes de San Carlos? ¿Que inmenso trecho hay que caminar para tocar y pasar á este extremo? ¿Que tras– tornos y atrasos pueden sufrir los Estudios, ó que inconvenien– tes hay que temer? El vigor de las Constituciones de la Escuela en órden á se– guir y enseñar la filosofia Aristotélica se ha reducido á una pe– queña cosa, y es á exponer un capitulo de Aristóteles al recibir los grados de Bachilleres (¿y como? en el acto mismo de haber antes defendido una conclusión opuesta á su sistema) , y quando se lee de Oposicion á las Cátedras de Artes; mas sin que todo es– to tenga influxo para la enseñanza de la Filosofía Escolástica. Ya se ha dicho, que el Carolino Catedrático de Artes no explica otra Filosofia en las Aulas de la Universidad, que la que se estudia en ~u Colegio. No lo sé de positivo, pero es una conjetura poco aven– turada, asegurar que el R.P . M. Fr. Bernardo Rueda, ya como Regente, ya como Catedrático no ha explicado en los días de cur– so otra Filosofia, que la Cartesiana, que es la que ha adoptado su Colegio y Universidad Pontificia. De suerte que los Catedráticos

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