Los ideólogos Toribio Rodríguez de Mendoza

TORIBIO RODRÍGUEZ DE MENDOZA 95 enseñan la Filosofia que ellos mismos adoptan, ó la que han abra– zado los Colegios, ó Comunidades de que son individuos. Luego ya no hay mas razón que contradiga, ni otra barrera que vencer, ó salvar, que este natural apego á los usos invetera– dos; pero esta afeccion tiene objetos que la conserven. No se pretende, que todas las Cátedras de Artes se provean de este mo– do, sino la que es concedida por el Soberano al Real Convictorio; despues de esta aun quedan dos que se pueden mantener en el pie antiguo. Para con los Maestros y Doctores no hay las mismas razones que para con los Colegiales de San Carlos. Estos son jó– venes que no estudian filosofia Peripatética, y que, residiendo po– co tiempo en el Colegio, no pueden extender sus conocimientos hasta hacerse consumados sabios, y conocedores de las diferentes Sectas, y correr libremente por todas ellas. Al contrario las otras dos restantes son para hombres ya formados, y que hayan tenido tiempo para entregarse al estudio y obras de Aristóteles. Pero se dirá acaso, que abierta esta puerta con respecto á la Cátedra del Colegio, tendrán la misma suerte las que quedan. Es– te efugio indica, que ya no hay adonde acogerse. La conseqüen– cia no es forzosa: porque no hay un cuerpo interesado que pida esta reforma, como lo es el Convictorio. Los particulares se con– formarán con la costumbre establecida; y si esta se varia, ya se– rá por un comun consentimiento, lo que al fin se verificará tar– de ó temprano, y qualquiera que sea el éxito de esta solicitud: pe– ro no seremos nosotros los que tengamos el dolor, ó el gozo de verla. Ultimamente el presente proyecto no excluye aun por lo que toca á las Cátedras restantes la defensa de la Escuela Peripate– tica. El indice no es de proposiciones afirmativas, ó negativas, si– no de títulos de qüestiones; y dexa libre al Opositor á que elija la opinion que le agrade siempre, que esta no sea contraria á la fe, buenas costumbres, y á las leyes de nuestro gobierno. Al concluir mis reflexiones vuelvo á protestar ánte V. E. que no me impele otro principio, que el amor al Convictorio, la pro– pension á sus glorias y al esplendor d.e sus Alumnos. Las esti– mables qualidades de haber sido yo el primer Colegial Maestro, despues Vicerector, y en la actualidad Rector de él, son títulos muy justos de mi gratitud y reconocimiento para empeñarme en la presente solicitud, como lo he hecho, y haré en otras nuevas que tenga el mismo objeto; y haciéndolo ante la legitima y supe-

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