Los ideólogos Toribio Rodríguez de Mendoza
98 ÜSCAR ZEVALLOS Las reflexiones que reune con diestra finura el Rector acerca de la Filosofia del xefe y antes ignano del Peripato, llevan en si mismas una muy visible recomendacion, sin que haya hombre al– guno de mediano alcance, que no venere en Aristoteles las rique– zas de entendimiento que la Naturaleza le produxo, ni admire co– mo prodigio haberse reunido tal colmo de luces en un solo suge– to. Sin embargo nadie hay que ignore la adultera prostitucion que han sufrido los Escritos del Sabio Estagirista, asi en sus tra– ducciones, como en los varios comentos despues de la dilatada se– rie de mas de dos mil años de su formacion, bastando para el mas certero juicio consultar al Doctor Parisiense Juan de Lau– noy DE VARIA ARISTOTELIS FORTUNA : al celebre maestro en Ferrara y Roma Francisco Patricio, en sus DISCUSIONES PERI– PATETICAS: al bien conocido Renato Rapin en su comparacion entre Platon y Aristoteles: al Conde de la Mirandula en su trata– do ACERCA DE LA VANIDAD DE LA DOCTRINA DE LOS GEN– TILES; y al nunca bastamente alabado Luis Vives en sus CAU– SAS DE LA CORRUPCION DE LAS CIENCIAS. Si los debidos limites de una carta Oficio, o Consulta lo per– mitiesen, no me seria dificil producir un exacto texido historico con que renovase a la tenaz memoria de V. E. asi las suertes va– rias habidas en el transcurso de tantos siglos, de las obras de Aris– toteles, como las revoluciones ingeniosas suscitadas sucesivamen– te contra ellas: la elevacion y la decadencia respectiva de su apre– cio y reputacion: el realce de su estudio, su abandono y prohibi– ciones : los errores de que ha sido convencido especialmente a es– fuerzo de las posteriores observaciones y experimentos; y la mul– titud de falsas suposiciones con que ha logrado en varias epocas empañar muchos de sus innegables aciertos un crecido numero de malignos e ignorantes impostores, a quienes pudo encaminar– se la expresion de San Ambrosio en el L. I. DE OFFICCIS sobre que era mas de temer el Liceo, que los jardines de Epicuro. V. E. sabe bien, y es preciso confesarlo en obsequio de la ver– dad, que la ancianidad misma de la Filosofia Aristotelica cuya trasmicion hasta nuestros dias con favorables o adversas notas es ciertamente prodigiosa, ha traido unos fautores o sectarios, tan ciegamente adiptos o apegados a la enseñanza derivada de los ma· yores, que puede asegurarse sin riesgo de temeridad no haberse enseñado, ni propagado en muchos años dentro de las Aulas Y Academias, sino una vana y locuaz filosofia, tanto mas terrible y arraigada, quanto se ha presentado con el apoyo nada menos que de respetable nombre del llamado DIVINO Estagirita.
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