Los ideólogos Toribio Rodríguez de Mendoza
320 Ü SCAR Z EVALLOS nidad, al capricho, al humor, al amor á la vida, al zelo indiscreto, á la falsa piedad y al interes. No es pues mucho que hubiesen resbalado, no el cuerpo ín– tegro de los abogados, que generalmente son ilustrados, sino el que por fervor de devocion sugirió esta ; y como es tan amable el nombre de María santísima, convinieron todos los demas coo– peradores de los estatutos, sin haber detenido su atencion sobre ella. Ni por esto debe sacarse la maligna consecuencia de ser el cuerpo ignorante, crédulo y supersticioso, como se escribe en el fingido oficio al señor decano, impreso en el Investigador núm. 18 tom. 2?. Las devociones indiscretas y supersticiosas suelen ser á veces hijas locas de una madre prudente, quiero decir, que sue– len ser excesos de un verdadero, pero demasiado encendido amor. De este principio viene que algunos esclarecidos y santos varones suelen prorumpir en afectos, que en su sentido obvio son absur– dos. Por exemplo, se ha dicho y escrito, que la justicia está en Jesucristo, y la misericordia en su madre, que esta no pide sino manda: que si quando tocaron las Vírgenes necias las puertas, hu– biera estado presente la Vírgen, ellas hubieran entrado: que es tanta la proteccion de María santísima, y tan útil y eficaz su de– vocion, que ha habido devotos que han muerto en pecado mortal, pero que por intercesion de nuestra señora, han resucitado, lo– grado confesarse y salvarse etc. Así no debe el colegio de abogados darse por ofendido con la censura de su devocion titular, ni persuadirse que yo hubiese te– nido la menor intencion de mortificarle. El cuerpo desde luego merece respeto, pero debe ceder al que impera la verdad y la re– ligion. Y ¿por qué creer que entre los que vivimos no hay uno que atienda y obedezca á impulsos tan nobles? En este caso, tan le– jos está del vituperio, que ántes bien es digno de alabanza. Los PP. Papebrochio y Natal Alexandro, que tanto se dedicaron á la investigacion de las verdades histórico eclesiásticas, intrépida– mente afirmaron y probaron hasta la evidencia, que la idolatría del ilustre martir S. Marcelino era una calumnia forjada por los donatistas; y aunque estampado este hecho falso en nuestros breviarios, todo el mundo llevó á bien el descubrimiento de la fal– sedad de un hecho injurioso á la memoria de un santo pontífice. Asímismo muchos sabios y piadosos escritores y amantes á la ver– dad, han manifestado la suposición de la bula sabatina, y las fal– sas y peligrosas máximas .que contiene ; y los prudentes é impar– ciales jamas han creido que en realidad el cuerpo religioso que
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