Los ideólogos Toribio Rodríguez de Mendoza
TORIBIO RODRÍGUEZ DE MENDOZA 321 se ha gloriado de tener esa bula, de que no necesita para ser ilus– tre y respetable, sea injuriado. Nuestro célebre y docto marques de Mondejar, no temió desnichar á S. Hierotéo patron de Sego– via, probando invenciblemente que este era un santo de nueva fá– brica. ¿Quántos otros hechos de esta naturaleza no combatió el intrépido teólogo Launoy? Y ¿por qué se han de amar la fábulas, por qué se han de sostener devociones indiscretas y superfluas? Así que, yo ni disminuyo la gloria de la Vírgen madre de Dios, ni injurio al colegio con mi opinión de ser vana y superflua la de– vocion del corazon de María. Y el devoto que me atribuye sinies– tras intenciones, y cree al noble cuerpo de abogados desnudo del amor á la verdad, y de la pureza de la religion, debe sufrir la no– ta _de hombre maligno, cuya calidad perversa está mas al descu– bierto en la cláusula insignificante y de batiburrillo, que dice: y aunque irrisoriamente cita U. la lengua de S. Juan Nepomuceno, por dirigir la punteria al blanco que nadie ignora, estoy cierto que no llegará este lance. ¿Quién es este blanco : es el respetable, y por muchos títulos amable devoto de S. Juan Nepomuceno? Y ¿quál es el tiro disparado contra su persona ó su devocion? Quan– do se introduxo la del corazon de Jesús, todos vimos corazones de metal y de madera en los altares, y aun de piedra ó yeso, co– mo hasta hoy se ve en la portada de la iglesia en los huérfanos. Esta especie me traxo á la memoria la milagrosa lengua del san– to mártir del secreto sacramental : y atendiendo á la rapidez in– geniosa de la imaginacion mística de los devotos, aunque el pro– greso de las supersticiones en esta materia, llegase a los extremos que indiqué, que aun así no serían tan absurda como hay infini– tos increibles, si no estuvieran testificados autenticamt"1te. S. Bernardo en su celebrada carta 147 de que ya hemos hablado, im– pugnando la introduccion de la festividad de concepcion en la iglesia de Leon, dice : que ella abriria el camino para otras festi– vidades de los ascendientes de la Vírgen santísima. Y despues de esto ¿se creería que este devoto sea verdadero devoto de la Virgen santísima? Las devociones son para hacernos perfectos con la imitacion de las virtudes que sobresalen en los santos que escogemos por modelo. Ninguna perfeccion es ase– quible sin el cimiento de la práctica de la ley de Dios, que toda se reduce á su amor y al del próximo; ¿y ama al próximo quien tan atrozmente le calumnia? ¿Dominará en su corazon la cari– dad, ó se encontrará un solo grado de ella en quien sin motivo me califica tan negra y atrozmente. El ex-jesuita oratoriano me tra-
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