Los ideólogos Toribio Rodríguez de Mendoza

322 ÜSCAR ZEVALLOS ta de libertino y blasfemo, y el devoto de María me dice que soy un impio. Este no es zelo religioso, sino furor y demencia. Quando la supersticion Del hombre se posesiona, Su religion inficiona, ' Embrutece su razon: Cruel insensata ilusión Su justicia viene á ser; No quiere á nadie ceder : Y piensa obligar al cielo, Siendo inhumano por zelo, Sacrílego por deber. Pues ¿por qué si son devotos de la Vírgen no le imitan su humildad, su paciencia, que fué lo único que opuso á los crueles perseguidores de su divino hijo? Quando yo hubiese errado en la censura de la devocion del corazon de María : ¿erraría por eso en órden al culto verdadero dirigido á la persona de la Virgen? ¿No había otro medio para corregirme é instruirme, que las lo– cas convulsiones y vagas declamaciones del púlpito, y las infames calificaciones con que han pretendido deshonrarme, excitando por ese medio el escándalo en la gente ignorante y sencilla? Y ¿no es acreditar con esta conducta, que los millares de devociones que hay nada importan, sino se cumple con lo que Dios manda? Dios no ha mandado devociones, aunque santas y útiles, pero sí el cum– plimiento de su santa ley. Aquí terminaria mi respuesta, sino se me hubiera advertido, que algunos solo habian extrañado en mi carta el tono burlesco y chocarrero con que babia censurado la devocion del corazon, pues era esta una materia grave y delicada. Esta objecion la in– dico el devoto, que aunque no es contra la sustancia sino contra el modo; sin embargo, no es despreciable. No me alabo por ha– ber tomado este tono, pero tampoco debo condenarme. Yo no he hecho irrision de la religion, sino de los abusos, y para este efecto suele ser el mas apropiado el estilo irrisorio porque este pica y despierta la atencion, y descubre mejor lo malo y lo ri– diculo de lo que se impugna ó critíca.

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