Los ideólogos Toribio Rodríguez de Mendoza

ToRIBIO RODRÍGUEZ DE MENDOZA 323 Ridiculum acri Fortius ac melius magnas plerumque secat res. En verdad, la divertida y graciosa historia de la vida y he– chos de nuestro D. Quixote desterró la caballería andante, y los libros de tantos romances fabulosos. La sátira menipéa acabó de desconcertar el fanatismo de la liga religiosa, que puso en com– bustion á toda la Europa. Mucho se debió en la reforma de nues– tros púlpitos á las chufleras de la historia de Fr. Gerundio. Las nunca bastante celebradas cartas de Pascal abriéron heridas mor– tales á la moral laxa de los jesuitas. Es verdad que estas dos obras se condenaron, la primera porque los cuerpos religiosos se creyeron ofendidos, y la segunda por la prepotencia de los jesui– tas; pero sin aprobarlas, solo recuerdo los buenos frutos que cau– sáron. Si mi ánimo fuera hacer una completa apología del estiló-iró– nico e irrisorio, tendría suficiente materia y documentos muy res– petables que probarian que no desdice del cristiano la zumba y la irricion : me detendria en exponer los textos sagrados In interitu vestro ridebo, et subsannabo. Videbunt justi, et timebunt, et super eum ridebunt. Innocens subsannabit eos. Pero no puedo ménos que llamar la atencion sobre aquella picante ironía con que Dios humilló á nuestro padre Adan: Ecce Adam quasi unus ex nobis. En verdad que ninguna expresion séria le hubiera heri– do mas vivamente que esta ironía. Ya citamos ántes la que usó nuestro Redentor contra el orgulloso Nicodemus: tu magister in Israel et haec ignoras? Tampoco faltarian apoyos en los santos PP. no solo en los vehementes, como S. Gerónimo y Tertuliano, sino tambien en el mansísimo S. Agustin contra ciertos religiosos del Africa. Finalmente, ¿por qué escandalizarse tanto, quando la España ha visto por espacio de tres siglos en los actos mas so– lemnes de religion irrisiones y mofas que no tienen semejanza, como son las aspas, sambenitos, llamas de fuego, demonios pinta– dos, en los terribles juicios de la inquisicion que se llamaban au– tos de fé? Mas como el tono irrisorio de que usé en mi carta, no fué efecto de un propósito meditado, sino por pura ocasion de haber salido la primera cláusula chocarrera; no intento vindicar– me en esta parte, afligiéndome el que hubiese causado escándalo. En este momento he sabido que tambien se me ha acusado de haber querido desacreditar la devocion del corazon de Jesus, solo porque hice de paso mencion de ella, incomodado de cierta

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