Los ideólogos Toribio Rodríguez de Mendoza
326 ÜSCAR ZEVALLOS de conciliarse con la gravedad de la teología : esto es, con los prin– cipios de la sabiduría celestial que nada puede adelantar ni ase– gurar que no sea enteramente conforme á las reglas ciertas y exáctas de la verdad. Mucho ha que pasé los dos tercios de lo que comunmente vi– ven los hombres: y mezclado desde mis primeros años, con toda clase y género de gentes, en ellas y en mi he observado que las devociones a los santos absorben de tal modo, los afectos, que es menor la parte que se tributa al principal, ó mas bien al que es dueño de todos. Desde luego este es abuso de nosotros, por la mala inteligencia de las verdaderas devociones; pero tambien es cierto que la demasiada extension de ellas, y nuestra comun debi– lidad é ignorancia nos hacen resbalar casi necesariamente: y co– mo es justo y de mucha importancia en materia tan delicada el alejar quanto es posible de semejantes abusos las ocaciones, aun– que inocentes, he creído firmemente segun los maestros á quienes he consultado, que es preciso embarazar el mayor aumento de las nuevas devociones; y todo fiel tiene derecho para levantar la voz de su velo, y excitar la de los prelados, e instruir al vulgo. Las devociones que, hay de la santísima Vírgen, según lo tiene obser– vado el docto Luis Antonio Muratori, son en mayor número que las establecidas en honor de nuestro Señor Jesucristo, lo que me obliga á recordar por tercera vez la importante máxima de S. Agustín de que toda devocion solo por ser nueva es sospechosa. En virtud de todo esto, me he creído legitimado para oponerme á una devocion que segun las expresiones de S. Bernardo, no co– noce el rito eclesiástico, la razon no aprueba, ni recomienda la an– tigua tradicion: á una devocion introducida por un cuerpo secu– lar, sin la indispensable intervencion de la potestad ordinaria ecle– siástica, ni manifestacion de un documento fidedigno de la apro– bacion del sumo pontífice para esta ciudad. Sé por otra parte que hay innumerables bulas supuestas para autorizar devociones, pri– vilegios, gracias é indulgencias. He solicitado la que se cita del sumo pontífice Clemente IX y no la he encontrado, ni en el bu– lario magno de la edicion de Cherubino, ni en la vida de este pa– pa; y como al mismo tiempo esta devocion no es conforme a la comun, antigua y ordinaria manera de venerar y dar culto a los santos, y segun la prevencion de S. Bernardo en su célebre carta a los canónigos de Leon, nosotros no somos ni mas santos ni mas devotos que nuestros mayores ; por todo esto creo que han que– brantado las leyes de la caridad los que acusan de enemigo de la Virgen santísima, y sostenedor de una heregía. En la fiesta so-
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