Los ideólogos Toribio Rodríguez de Mendoza

338 ÜSCAR ZEVALLOS bieron los eruditísimos Tomasini y el Sr. Benedicto XIV. Del mismo argumento trató el devotísimo presbítero Baillet en su tra– tado difuso de la devocion á la Vírgen Madre de Dios. Ninguno de estos AA. y otros mas que he recorrido dicen cosa que toque á la devocion del corazon de la santa Vírgen. Esto me obliga á creer, que Pinamonti es el autor de esta devocion, la que no tuvo boga ni en Europa, ni en las Américas. Oigo decir, que en la vida del jesuita siervo de Dios Padre Me– sía, se refiere que como confesor del Excmo. Señor Castelfuerte le inoculó como á su hijo espiritual esta devocion, y logró que se fundase una cofradía ó congregacion de nobles en la casa profesa de los Desamparados de esta ciudad, baxo la invocacion del Co– razon de María Santísima. No he podido averiguar los años que duró esta congregación: muy regular es que concluido el gobierno de aquel Excmo. Señor Virrey, decayó y á poco se extinguió, y al fin se olvidó. Mi hija Celsa, viva, y muy versada en el Año cristiano, me le– yó lo que escribe el Padre Croiset, quien en el tomo 6. de las Do– mínicas, á la pag. 331, dice que en Francia y congregaciones del Corazon de María Santísima, y que la festividad se celebra por febrero, en virtud de una bula de Clemente IX. del año de 1668. Me embarazó esta objecion, no por su fuerza, sino por que yo no quería rebaxar en el concepto de mis hijas la estimacion del Pa– dre Croiset. Solamente les dixe, que no todo lo que escriben en materias de hecho los piadosos y sabios es de una certidumbre que obligue á nuestro asenso : que pudo muy bien engañarse. Re– feríles varios casos, remitiéndome á los diálogos de S. Gregorio el Grande, á las obras de S. Gregorio Turonense, y otros que adop– taron muchas historias fabulosas. En verdad, Cro~set era crédu– lo y poco crítico. Lo cierto es que en este punto se engañó, co– mo lo haré ver en breve con evidencia. El 2? fundamento es, que leyendo con mediana atencion la in– troduccion á la obrita de Pinamonti, se advierte fácilmente que él es el fundador de esta devocion. Yo no expondré todas mis ob– servaciones por no fastidiar; y así me limito á la siguiente. Al fin de la pág. 512 y siguientes '; presenta el temor de que se le ha– gan dos objeciones contra su librito y su devocion. Tradúxose en español ese pequeño escrito, y se imprimió por 1 ~ vez en 1723. un año antes que viniese el Señor Castelfuerte. Teme pues el autor que parezcan demasiado exageradas las alabanzas de la

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