Los ideólogos Toribio Rodríguez de Mendoza

TORIBIO RODRÍGUEZ DE MENDOZA 53 CARTA DEL SR. TORIBIO RODRIGUEZ DE MENDOZA Señor: El cumplimiento de las obligaciones de mi empleo no da lu– gar a ponerme en presencia de V. S. para el intento a que está en camino ;, la que por otra parte parece el medio más proporciona– do ; porque yo mismo no sabré acertar con la hora precisa, en que V. S. pueda oirme sin suspender su atención de los importantes, e innumerables negocios a que está destinada. Lo que al presente expongo por escrito deja a V. S. en una entera libertad de exami– narlo en aquellos cortos intervalos de tiempo, que acaso quedan sin agitar su espíritu. Mas no por esto incurriré en el defecto de molestar a V. S., tratando mi asunto con la extensión que merece. En días pasados supliqué al Superior Gobierno, a que se dig– nara establecer una cátedra de Historia Eclesiástica en lugar de la que hoy se nombra el Maestro de las Sentencias. Este pensa– miento, que me inspiró no un espíritu de novedad, sino mi ardien– te amor a las letras, y a este Convictorio, está sostenido con mu– chos argumentos, o más bien demostraciones; por estas, casi to– das, convencen las grandes ventajas, y absoluta necesidad de la di– cha Historia para el teólogo y canonista. Yo quedé altamente per– suadido a que nada más se necesitaba, y por tanto muy de paso me di por entendido de las cortísimas utilidades, y ninguna nece– sidad del estudio, y cátedra del Maestro; y esto es lo que tengo que tratar, porque ciertas consideraciones me persuaden a que es muy conveniente hacer a V. S. esta privada representación. Yo es– toy oyendo, que es apreciable la Historia Eclesiástica, y es de de– sear una cátedra de ella; pero también es necesaria la del Maes– tro, y no por hacer un santo se ha de descomponer otro. Prime– ramente la obra del Maestro es la fuente de la Teología, y la ve– nerable antigüedad ha consagrado su estudio, y ha dado público testimonio de su importancia en las más famosas universidades del mundo. Lo segundo porque las oposiciones a las Canongías magistrales se han de hacer sobre el Maestro, y siendo el Convic– torio el que ha de contribuir los estudiantes para todo este Rey– no, se hace forzoso que se estudie el Maestro cuya cátedra es más necesaria si se consideran los Grados en Teología; porque la lec– ción secreta se forma según las doctrinas del Maestro. Esto últi– mo es indispensable, porque siendo nuestra universidad hija de la de Salamanca, es preciso se de una perfecta conformidad entre ellas, pues se opone a la razón que la hija siga sendas contrarias que la Madre. Es cierto que el claustro de Salamanca en el mé– todo de estudios que nuevamente ha dispuesto, estima en mucho

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