Los ideólogos Toribio Rodríguez de Mendoza

54 ÓSCAR ZEVALLOS la lección secreta. Luego por ningún motivo podrá faltar la cá– tedra del Maestro de las Sentencias. Estas son las poderosísimas dificultades que en diversas oca– siones he oído a muchos; y sino me engaño, ellas harán todo el es– tribo de mi pretensión. Yo he meditado sobre esto, y creo que es fácil reducir en polvo estos pretendidos argumentos, y desapare– cerlos de la vista. Empezando por el primero, no se que quiere decir, que la obra del Maestro es la fuente de la Teología; porque yo no conozco otras fuentes que la escritura, concilios, Padres, etc. Si por esto se da a entender, que en ella se han bebido los conocimientos de la Teología Escolástica, es preciso considerar ante todo lo que esto excita en la memoria. Pedro Lombardo es– cribió en un siglo desdichado e ignorante, y es de admirar que en esos tiempos hubiese un hombre tan docto. Luego que salió a luz su Suma logró ser explicada en las escuelas, y si lo hubieran imi– tado sus discípulos, y expositores, no hubiera padecido la Teolo– gía la infeliz decadencia en que se mantuvo por tanto tiempo. A este general aplauso se siguieron los elogios, y aprobaciones de varios Pontífices, y aún de un Concilio General. Pero todo esto, y mucho más que puede decirse no prueba otra cosa, que la Su– ma de Lombardo era en aquellos tiempos la mejor de todas; y de hecho ella conserva alguna idea de la verdadera Teología. Mas nunca se podrá persuadir, que en nuestros dias es la obra mejor, y necesaria para ser Teólogo, ni Pontífice alguno dijo, ni pudo de– cir esto. Para demostrar la necesidad del estudio de los cuatro libros de las Sentencias era menester que el argumento se forma– se de este modo : la Teología se mantuvo en su perfección mien– tras se estudió la Suma de Lombardo y por ella ha recibido en nuestros días el esplendor, y hermosura que admiramos ; este es el poderoso auxilio de que se sirvieron los doctos para sacarla de la aridez en que yacía. Pero V. S. sabe mejor que yo, que ningún hombre decente tomará en boca este argumento, porque temería y con razón, ser inmediatamente desmentido. La reflexión es verdadera y eficaz si se dispone de esta suerte; entre tanto que el Libro de las Sentencias es generalmente seguido ; es la ocupación de los hombres, y galardón de todos jurar in Verba Magistri (me– dio el mas conducente para no saber cosa de provecho) se divisa la Teología en el exceso de la imperfección; pero luego que los hombres abandonan los caminos trillados de la escuela, y se de– dican entre otras cosas, principalmente al cultivo de la Historia Eclesiástica acompañada de la crítica, renace la teología, y reco– bra su antiguo esplendor y hermosura. De aquí sale, que es mu-

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