Los ideólogos Toribio Rodríguez de Mendoza
58 ÜSCAR ZEVALLOS El Dr. Don Miguel Mendez en cuya conducta uniforme no he observado el menor vicio ni acción que se oponga al estado Sa– cerdotal, antes bien muchas prendas que lo hacen apto para de– sempeñar el ministerio y servir a la I glesia con honor y tesón, pues su carácter es la constancia en cumplir exactamente con to– do lo que esta a su cuidado : es por estas razones y por su com– petente instrucción a las Ciencias Eclesiásticas mi acreedor a la personal benignidad de V. I. y a que por el justo título de sufi– ciencia le confiera V. I. las Ordenes Sagradas. El Dr. Don José Arrieta, es digno de ser numerado entre los eclesiasticos de probidad. Su sencillez nativa se recomienda más por su conducta christiana. Tres años que lo manejo, y en todo este tiempo lo he visto dividido entre el estudio y la virtud. To– do esto afianza mi buen concepto y el acierto de V. I . El Dr. Don José Antonio Ceballos es también recomendable no sólo por sus talentos, luces y dedicaciones a las letras sino también por sus costumbres sanas sin el menor vicio que las man– che y obscurezca; por cuya razón las contemplo propias para el estado Eclesiástico. No es menos estimable su carácter desintere– sado y generoso, qualidad que lo pone a cubierto de la sórdida avaricia y la vil comitiva de otras bajezas en que suelen tropezar algunos eclesiásticos miserables. El Dr. Don Manuel Calderón, sobre cuyas costumbres no me atrevo a formar juicio tan venturosamente decisivo, como los pre– cedentes tienen sin embargo por otra parte calidades que le re– comiendan para el Santo destino a que aspira : la sencillez, hu· mildad y más que mediana literatura hacen su principal divisa. En medio de muchas pruebas que hacen su favor descubro otras algo equivocas que hacen mi concepto un poco tímido. No por es– to la reputo indigno del Sacerdocio. Vuestra Ilustrísima a vista de las informaciones que se hubiesen colegido de su vida y cos– tumbres sacará las luces necesarias que mi cobarde ... no puede ministrar en aquella abundancia con que desea fijar su acierto. Don Justo Anglada que después de haber concluído su curso de Arte se halla estudiando la jurisprudencia, no ha dado motivo para sospechar de su conducta, la que tampoco muestra otra qua– lidad alguna relevante. Así lo único que puedo decir es que nada descubro notable que pueda embarazar su solicitud.
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