Memorias, diarios y crónicas

MEMORIA 215 demás guarniciones menores, que forman al presente las líneas de división, en diferentes puntos, como cuerpos de reserva para la van– guardia y centto de mi ejército. Y cuando intentase y lograse reasu– mirlas para salir al encuentro del enemigo, todas las ciudades que yo había dominado, se rebelarían en el acto dejándome entre dos fuegos. "¿En unos tales apuros se podría imaginar en sano juicio que después de perdidas las dos terceras partes del ej ército, tuviesen todavía valor, los restos que están subdivididos para reunirse a ha– cer una resistencia tan heroica, como la de aquellos trescientos grie– gos en las Termópilas de Thesalia? No Señor Excmo. Seguramente sería todo perdido; cada uno buscaría sendas para su escape, per– diendo a leguas el teneno que hemos ganado palmo a palmo; y verificada una deserción irremediable, cuando yo con Ja Nobleza y jefes que me rodean , pudiera ponerme en salvo por lo pronto, sería infalible nuestra ruina a manos de los mismos pueblos, que nos buscarían enfurecidos para devorarnos. "Adiós Lima, el Collado y toda Ja Costa. No estaban todavía las cosas en este estado, en el tiempo que se acercó al Desaguadero el Ejército de Castelli, y sólo una esperanza posible bastó para que Tacna se sublevase, después Huánuco, con todos los demás conatos sediciosos de Ytoquegua, Arequipa y otros que sucesivamente se han ido experimentando, en esa misma fidelísima Capital. Esto no ha sido, no es, ni será porque Jos pueblos aman a los porteños, ni por– que creen en sus fuerzas, ni porque están convencidos por sus ex– hortos. Es porque obran por los ímpetus de su propensión a la libertad, y este interés aunque secreto , pero general a todos los pueblos, los hace buscar la independencia por sistema, esperanzados de poder sacudir el yugo de todo Gobierno ultramarino, de modo que en la actual situación de los negocios, no forman partido con Jos porteños, sino consigo mismos. "De balde se cree que Buenos Aires por tener de cuatro a cin– co mil hombres de toda arma, empleados en el Uruguay, en Santa Fe y en la Capital (como dice V. E.) no puede hacer conscripciones de más tropas para el Perú, calculando equivocadamente que no son más que dos las Provincias unidas a su Gobierno y que su total población no llega a doscientas cincuenta mil almas. Este cómputo no está fundado en Aritmética política de la verdadera numeración de los habitantes de Buenos Aires, Córdoba, Salta y Cuyo. No quie– ro exponer generalidades en un punto tan importan te, que conduce

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