Memorias, diarios y crónicas

220 J OSE MANUEL DE COYENECHE que se pinta de sus molestas sabandijas, porque habiendo de tener siempre al enemigo por frente, nunca hubiera peligro de sorpresa. "El tal Río corre de Poniente al Oriente, tomando su origen de dos pequeños riachuelos, que nacen en Santa María y San Car– los, los cuales se reúnen a larga distancia, y forman por su con– fluencia el caudal del Pasaje, que después se incrementa con las aguas que le entran por la parte de Salta. Al Poniente del paso ca– rretero, hay otro vado que llaman de Guachipas, por donde se pue– de pasar a caer sobre el carril de las Postas, para cortar la retirada al destacamento y esperarlo por llamadas falsas, en alguna embosca– da donde escaparían muy pocos. "Desde el paraje llamado Concha para acá del Rosario, y tam– bién desde Esteco hay otro camino, que viene al vado de Miraflores al este del paso principal, en distancia de seis leguas río abajo. Des– de ese pueblecito sigue la reducción de Balbuena, los cancanas, las cañas, el Algarrobo, la Cuesta, el Sanjón y de aquí la Ciénaga, diez leguas a retaguardia del Río del Pasaje. Por este rodeo sin duda hay mayor distancia, pero todo es practicable con trabajo de cargas, por donde los enemigos pudieron atacar también a nuestro destacamen– to por sorpresa, cortándoles su repliegue así en Cobos como en Salta y Jujuy. "En esta multitud de comunicaciones, por cruceros de caminos bastante cómodos, ya se deja percibir que es imposible hacer ese registro general de cartas que previene V. E. para ccm todos los pa– sajeros, siendo como es casi inevitable la internación de papeles al interior del Perú por caminos extraviados. Del Tucumán hay camino real hasta Casabindo, y a toda la carrera del despoblado, por donde andan las tropas de mulas, sin pasar el Río del Pasaje, ni entrar en Salta, ni dejarse sentir de nuestras principales guarniciones. Median once jornadas que componen sesenta leguas del Tucumán a Santa María; de allí a San Carlos treinta, y hasta Casabindo cincuenta, poco más o menos, descabezando aquellos dos pequeños riachuelos, que sirven de naciente al Río grande del Pasaje. De forma que se– gún esta demostración topográfica, sólo Dios podrá embarazar la comunicación de los Porteños cuantas veces quieran internar sus papeles al Perú. "Cuando V. E. me dice, en cuanto al segundo punto de mi oficio, que si tuviésemos la debilidad de entrar en conferencia con Belgrano, no encontraríamos en el mundo un rincón donde escon– der nuestro oprobio, y la deshonra de nuestras familias; seguramen-

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