Memorias, diarios y crónicas

222 JOSE MANUEL DE COYENECHE 1813.- Excmo. Señor.· José Manuel de Goyeneche.· Excmo. Señor l\larqués de la Concordia, Virrey del Perú". No se hallará en esta pieza demostración y convencimiento que ha initado tanto al Virrey esa calificación con que la pinta a V.M.: es el proceso de su inacción, de lo mal fundado de sus órde– nes, de su ninguna inteligencia al dictarlas al paso que de mi parte comprueban que conocía el terreno, que medía los recursos y anti– cipaba los cálculos, para los eventos desgraciados, hasta el caso de que obligado el Virrey de la funesta realización de mis vaticinios diga forzado de la razón a la verdad se han verifi'cado en parte: no por el orden que concebia: no propuse otro orden sino el de con– tran·estar un triunfo del enemigo, con un cuerpo de reserva que hubo tiempo para suministrarlo. Mis demostraciones exactamente delineadas no tenían otro fin que el de hacerle ver que el enemigo con quien luchábamos no era de la impotencia que suponía, que tenía recursos y firmeza, y que con anticipación dictaba el cálculo de un General de meditación aparejarse de los necesarios medios de contranestarlo o aniquilarlo sobre victorioso o vencido. No hay duda que la contestación que con el No. 15 acompaño a V.M. y cita el Virrey haberme dirigido, la dio pero es muy del caso saber que la incluyó con la orden de que entregase el mando, pues en un mismo pliego vinieron ambas; he hecho mención de ella y también que su respuesta la retengo, por si conviniese su exhibición al cono– cimiento de V.M. "Afirma que aun cuando estuviese en posición de darme los socorros pedidos era imposible que hubiesen llegado antes del suce– so de Salta". En diez de marzo de 1812 le insinué esta indispensable medi– da; hasta febrero en que acaeció la batalla de Salta mediaron más de 11 meses, tiempo triplicado para que yo fuese reforzado. En 28 de octubre del mismo año no sólo oficié, sino que encargué a mi Ayudante Don José Povil, la seria comisión de conferenciar con el Virrey sobre el mismo urgente asunto, y por la anterior exposición y documentos que la corroboran nada se obtuvo del Virrey, me– diando igualmente desde la llegada a Lima del citado mi Ayudante más de tres meses. Nadie ignora que una expedición marítima que del Puerto .del Callao sale para el de Arica aunque sea en buques morosos vence su viaje de treinta a cuarenta días; aquel puerto dis– ta de Oruro 80 leguas que cualesquiera tropa las viaja en doce y quince días a pie y con el auxilio de mulas en mucho menos; coté-

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