Memorias, diarios y crónicas

l\!El\lORIA 223 jese el tiempo que yo le di al Marqués de la Concordia, con el de cincuenta días lo más, que necesitaban los refuerzos para llegar a mis órdenes, y se hallará en déficit inequivocable de su simulación, que seguramente no tiene otra disculpa para estamparla que la igno– rancia en que supondría a V.M. de las distancias y medida de esta lejana parte de sus dominios, pues bajo la sombra de este m ismo artificio es costumbre anticuada en los empleados de América hacer ver al Monarca lo que juzgan adaptable a sus ideas, prevalidos de que no hay anteojo político que se pare en estas pequeñeces que son las que hoy aclaran la desbaratada acusación del Virrey, que empapado entre el despecho y odio, no se le previno que llegaría día en que avisado mi honor de sus amaños, había de desmenuzar no sólo las cláusulas sino las palabras, para satisfacer a V. M. que es todo el interés a que aspiro. Asegura a V. M. afirmativamente haber ordenado que Tristán fuese separado después del suceso del Tucumán por la impericia que ahora le atribuye y no en el tiempo que cita; la prueba de ello es que después de aquella retirada lo condecoró con el grado de Brigadier y le pasó un oficio honrosísisimo satisfecho de su conduc– ta militar, y no existe otra orden acerca de su remoción que la del oficio de 7 de enero de 1813, No. 6, cuyas literales palabras, son las siguientes: "Creo que los Brigadieres Ramírez y Picoaga sería conveniente que pasasen al punto amenazado en caso que las muchas ocupacio– nes de V. S. no le permitan, como lo supongo, dejar ese punto cén– trico de nuestros cuidados". Este modo de expresarse no es una orden terminante sino condicional para en todo tiempo que los resultados no correspondiesen cubrirse, con decir yo no mandé re– sueltamente la remoción, insinué lo que me parecía desde la distan– cia que podía ser acertado, pero el General del Ejército con presen– cia de los conocimientos de que yo carecía debió resolver. Si en lugar de ser ambiguo, como lo manifiesta su citada orden, hubiese dicho categóricamente usando de su autoridad: disponga V. que se separe a Tristán y lo releve Ramírez o Picoaga, yo le hubiera dado puntualísimo cumplimiento, pero como éstas se hallaban sujetas a mi disposición, no hice novedad alguna, y satisfice su orden en oficio del 1º de febrero No. 15, siendo ciertas las causales que expongo en aquél para no separar a Picoaga del interesante punto de Tupiza, pero las de Ramírez son simuladas por mi demasiada delicadeza en obsequio y honor de aquel jefe, cuya descripción for-

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