Memorias, diarios y crónicas

l\CEMORJ.\ ejército del General Goycneche que han disipado los grupos de insurgentes que infestaban los caminos de las inmediaciones de La Paz, Chuquisaca y Cochabamba, habiendo entrado en la Capital de la última y dejado ordenadas las cosas de tal modo que no era de esperar volviesen a sus depravadas miras. Todos estos documentos con sus números, fechas y método puntualizado con que los cito, se hallan en la Secretaría del Despa– cho de la Guerra, con los encarecidos elogios de mi desempeño, que aumentaría a un volumen de biblioteca si agregase los que exis– ten en mi poder de su firma elogiando mi manejo, pero como el mismo Virrey confiesa que cuanto me decía era para contemplarme, es forzoso que yo no acompañe unos documentos que aunque ofi– ciales y de consiguiente fehacientes, tienen el carácter de contem– plativos, pero sí deben aparecer aquellos en que este idioma no podía tener lugar, como debe ser con los partes elevados al Ministe– rio para ilustración de V. M.; entre ellos, es memorable el de 17 de enero de 1811 que en copia rubricada con el No. 46 dice mucho, y no puedo pasar sin citar una de sus cláusulas en que hablando de mí dice lo siguiente: "Este ilustre americano que con tanto honor desempeñó su delicada e importante comisión encargada por la primera Junta de Sevilla, que ha dado en su Gobierno pruebas de rectitud y sagaci– dad, y que después de haber extinguido las primeras conmociones de La Paz y Chuquisaca, se halla actualmente al frente de las armas destinadas a contener los insurgentes del Río de la Plata". Posterior a este informe aumenté dos años y medio más de batallas ganadas, provincias conquistadas, trabajos inmensos que arruinaron mi salud, informes de ciudades, concepto de V.M. hasta en Real Orden de 11 de agosto de 1811 comunicada al Virrey de Lima por el Secretario de Gracia y Justicia D. Antonio Cano Ma– nuel en que hablando de mí dice que el Gobierno tenía depositada su confianza por la heroica fidelidad con que correspondía a ella. Todo, todo combinaba a sostener el edificio de mi concepto apoya– do sin intervalo por el Virrey, quien faltando al sagrado deber de la verdad, exactitud y consecuencia en una hora de precipitación y de irritabilidad injusta intenta destruir lo que años de bien desempeña– dos cargos políticos y militares me habían labrado: desmayaría mi corazón si no descansase en la firme esperanza que V.M. hará este cotejo y vendrá en conocimiento que el Virrey ha dado un paso tan falso, como útil al esclarecimiento particular de mi conducta

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